Perspectivas
El perdón Edgar Fonseca
¿Debe juzgarse la Iglesia Católica Universal solo por los errores en que incurren algunos de sus miembros?
¿Debemos juzgar a la iglesia católica costarricense solo por los hechos recientemente trascendidos, atribuidos a algunos de sus pastores, sobre todo en materia de supuesto abuso de menores?
¿Debemos aprovechar la oportunidad para saltar como aves rapaces?
¿Debemos, en fin, lanzar la primera piedra?
Sin menospreciar la gravedad de los casos denunciados, investigados, perseguidos, y la importancia de que se revelen en toda su extensión, me parece conveniente, en esta tempestad, no perder de vista la otra iglesia, la que correcta, acoge, guía e ilumina. La que se propaga en una obra tenaz, callada aquí y allá.
Iglesia misionera, clavada, desde siempre, en los más recónditos sitios, evangelizando y contribuyendo al desarrollo espiritual, cultural y social en tantas latitudes.
Forjadora de generaciones en nuestras sociedades; de hombres y mujeres de bien incrustados en los más variados estratos sociales.
Comprometida con las causas sociales más nobles pero sin pose ni usufructo ideológico como, vanamente lo intentaron algunos descarriados, en Nicaragua o El Salvador en los setentas y ochentas.
Iglesia que siembra el desarrollo de cientos y miles de jóvenes en nuestro país. Seminario, Saint Francis, Calazans, Los Angeles, La Salle, Don Bosco; Dominicos, Pasionistas, Redentoristas, Salesianos son nombres de instituciones y órdenes modelos que, desde el alero eclesial, labran generaciones de nuestros mejores ciudadanos.
Iglesia que se faja con la formación catequística -titánica en estos días-de nuestros hijos a lo largo y ancho del territorio.
Que lucha a brazo partido contra la drogadicción, el alcoholismo, los menores abandonados, las enfermedades terminales o la destrucción de hogares…en las calles, en los hospicios, en los albergues, en los hospitales, en las cárceles.
Iglesia, tan venida a menos estos días pero que arrastra, aún en estos tiempos convulsos, la mayor movilización popular en el país.
Me pareció correcto, acorde con los más firmes principios de esa iglesia, el perdón que la jerarquía pidió el lunes en el Santuario Nacional de Los Angeles por los abusos conocidos, por los errores cometidos.
Se trató de un acto debido con una grey leal. Se necesitan muchas más señales de esas, dada la gravedad de lo que trasciende, para no hacer más profundo el daño a esta otra iglesia.
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