Lunes 4 de octubre, 2004. San José, Costa Rica.


Campeonato Nacional 2004-2005


 

Imágenes del concierto en El Palacio de los Deportes...

Perspectivas

Conchudos

Edgar Fonseca

“Pasamos la licitación, la ganó … todo fue correcto, no sospechamos nada y hoy me siento tremendamente indignado, traicionado por lo que se ha revelado… A mi compañero de junta directiva le untaron $2,4 millones”.

Palabras más, palabras menos, así hablaba un día de estos por la tele don Perico de los Palotes, jerarca de la junta directiva de uno de los institutos vitales del país.

Don Perico, como el contralor de las firmitas, casi sale llorando o haciéndose el sordomudo, como el otro directivo, que se agarra la oreja derecha cada vez que los reporteros le preguntan si recibió transferencias en el banco “Kukusclan”.

A don Perico lo vemos muy circunspecto; no supo de nada; todo lo sorprende; no sospechó nada; no firmó nada; no consultó nada; no cuestionó nada y la negrita lo siente y lo llora…

Don Perico, póngale usted apellido Cob, Pantigoso, Fernández, Bolaños, Vargas, ¿Lobo estás?, es de esa sarta de figurones incrustados en las cúpulas de nuestras instituciones al amparo de una vergonzosa repartición de compromisos políticos.

¿Cómo va usted a participar de una junta directiva? Ver a sus compañeros disfrutar de los goces de Europa, de Praga, de Paris, de Suiza, del Vaticano y más allá; verlos irse de farra; verlos jugar de jeques junto al subgerente de telecomunicaciones; acompañarse en cada periplo de sus cónyuges, hijos y encontrarse con los mandamás, Valverdes y Taylors, entre otros, de la firmas proveedoras que, con los meses, cazaban jugosas licitaciones y repartían suculentas comisiones (algunos las llaman “premios”) y no sospechar nada.

Verlos palanquearse mansiones para reyes en los valles del sol; sufragarse fastuosas bodas en los Marriott, o, engordarse las cuentas en Panamá, Bahamas, Miami, Gran Caimán y no sospechar nada.

Y don Perico duerme tranquilo y responde: ¿librium yo?. Y ahí se queda. Está enraizado, como lo están los últimos directivos libres, entre ellos sindicalistas que vieron esto, fueron cómplices, se hicieron los rusos o … de las Farc. Y don Perico no renuncia. O no lo hacen renunciar. Porque quien debe hacerlo, porque quien debe ponerle coto a este desparpajo, también está untado. Conchudos, todos ellos.

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