Martes 18 de enero, 2005. San José, Costa Rica.


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Poderoso
Un guardia permanece a la entrada de la hacienda Nápoles, en Antioquia, Colombia, que fue construida por el fallecido narcotraficante Pablo Escobar en la década de 1980.
AFP/Al Día

Narcos: de la fama a la sombra

Millonarios en América Latina

Bogota/AFP. Colombia, que vio el ascenso y la caída de poderosos y millonarios narcotraficantes como Pablo Escobar, asiste en los últimos años a un fenómeno de mimetización de los nuevos traficantes de drogas, que saben que la clave del negocio está en pasar inadvertidos.

Las autoridades colombianas han detectado varias diferencias en el perfil del nuevo narcotraficante, con respecto a las primeras generaciones de capos.

Si el narcotraficante tradicional -el del estereotipo de las gafas oscuras y las cadenas en oro- gustaba de la ostentación, el nuevo se mantiene en el más bajo perfil posible.

El nuevo narco ve el negocio como una actividad temporal, en la que puede obtener una ganancia que le permita retirarse y pasar totalmente inadvertido para las autoridades.

Y mientras el narco tradicional invertía básicamente en propiedades, "los nuevos están dedicados a las inversiones a largo plazo en el sistema financiero internacional, son realmente unos expertos en mercadeo", explicó el comandante de la policía judicial colombiana, coronel Oscar Naranjo.

Los nuevos capos -hombres y mujeres que bordean los 40 años- se alejan lo más que pueden de la prensa, no defienden un territorio y se preocupan solamente de que la reputación de su producto se mantenga.

"Técnicamente no son cárteles sino un sinnúmero de organizaciones que se unen para realizar envíos grandes. Se caracterizan porque dentro de esas organizaciones nuevas hay especialidades: un grupo controla los precursores, otro la producción, otro la distribución y otro más las rutas", según el representante del programa de la ONU para la fiscalización internacional de drogas, Klaus Nyholm.

Para las autoridades, hoy en día un cártel es una red de oficinas donde trabajan, sin conocerse, cientos de personas. Los expertos aseguran que la cocaína que producen es de altísima calidad y se consigue en Colombia a $2 mil el kilo, y cuyo valor pasa a ser de $13 mil en Miami, $19.500 en Nueva York y $32.500 en Europa.

Un reciente informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, en Washington, revela que 3 por ciento del producto interno bruto de Colombia, unos $2 mil millones, proviene del narcotráfico.

Las generaciones previas de traficantes llevaban un estilo ostentoso y algunos, como Escobar, incluso incursionaron en la política, lo que ayudó a levantar su perfil y llamó la atención de las agencias de seguridad.

El cártel de Medellín basó su poder en el uso de la fuerza y desató una sangrienta campaña de terror con bombas y asesinatos, para bloquear las extradiciones a Estados Unidos.

Escobar y otros, como Gonzalo Rodríguez Gacha, impusieron un estilo de mostrar su fortaleza y su riqueza, con grandes fiestas, participación activa en el fútbol o -como en el caso de Escobar- tener un zoológico con especie exóticas traídas varias partes del mundo.

Se dio el caso, inclusive, de un narcotraficante que construyó, a mediados de la década de 1980, una réplica exacta del club social de donde fue rechazado.

El Cártel de Cali correspondió a otra forma de manejar el negocio. Los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela optaron por el soborno más que por la violencia, y con su dinero permearon vastos sectores políticos del país.

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