Martes 18 de enero, 2005. San José, Costa Rica.


Campeonato Nacional 2004-2005


 

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El adiós
Lydia Araya, madre de Douglas, mostró, con dolor, la carta que su hijo le dejó como despedida.
Érick CÓRDOBA/Al Día

Vivir un día a la vez...

Familiares de las víctimas de Paquera

Sylvia ALVARADO, enviada
Christian CAMPOS, corresponsal

Río Grande, Paquera.- Hace muchas noches que doña Paula Rojas no duerme. Se pasa viendo, una y otra vez, el álbum con fotos de su hija Patricia, una de las víctimas de Douglas Araya, asesino de Río Grande, en Paquera.

Patsy, la hija de Patricia y Douglas, casi no come y su hermanito Johan, hijo de Patricia y Geovanni Oporto, dice muy serio que ambos ya están en el cielo.

Los disparos que escucharon la fatídica madrugada don Erasmo Oporto y su esposa Juanita Grimas, padres de Geovanni, y que confundieron con "triquitraques de las fiestas" siguen retumbando en sus oídos.

Además:

  • "Lo que pasó"
  • Intentan descartar complicidad
  • Y en sus ojos sigue clavado el momento en que los hermanitos entraron llorando, pidiéndoles permiso para quedarse ahí porque Douglas acababa de matar a sus padres.

    Don Francisco Jiménez ya no quiere volver a alegrar con su marimba las noches de los turistas enTambor. No se repone de la ausencia de su hija Daris, a quien oyó preguntarle, por última vez, cuando se alistaba para acompañarlo a tocar la noche del 31: "Estoy guapa, ¿verdad, papi?".

    "No me convenía morir. El 2 de enero, cuando ya se había llevado a mi hija, lo llamé para decirle que la dejara en paz. Si le hubiera entrado la llamada, estaría muerto", dice Jiménez.

    Su esposa, Isaura Valverde, sigue soñando con poder devolver el tiempo y tener aunque sea un segundo para decirle a Daris que la ama. que siempre la amó.

    A su hijo menor, lo mandaron donde un familiar a San José, con la esperanza de que no lo alcancen las imágenes del último rostro de Daris, que vio cuando, en la locura del 3 de enero, nadie se percató de que él se fue tras su padre a reconocer el cadáver de su hermana.

    Angélica, la niña que presenció la muerte de sus padres, Blanca Madrigal y Socorro Céspedes, está yendo donde una psicóloga a Paquera y su hermana Sileny confía en que se sienta mejor en los próximos días cuando ingrese a cuarto grado.

    Francisco Carrillo, el mejor amigo de Douglas, sigue "atacándose a llorar" cuando lo recuerda y espera despertarse una mañana de éstas sin los deseos de tomar que le volvieron, después de muchos años, cuando se enteró de lo ocurrido.

    A Doña Fanny, le sigue dando vueltas en la cabeza el hecho de que el 1 de enero fue el único día de la vida en que Douglas, su nieto, se despidió con un "Adiós".

    Doris, la hermana de Douglas, sigue preguntándose: "¿Cómo es posible que todo esto haya pasado? ".

    Y doña Lydia Araya sigue tratando de vivir "un día a la vez" y llorando mucho por las noches. como los familiares de las personas que su hijo asesinó.

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    Nueve días
    El párroco de Río Grande, Johnny Ledezma, ofició la misa de novenario de las víctimas, el jueves.
    Érick CÓRDOBA/Al Día

    "Lo que pasó"

    Los cerca de 2 mil habitantes de Río Grande de Paquera, comunidad al sur de la península de Nicoya, cierran filas para seguir adelante.

    En este pueblo, todo el mundo conoció a Douglas Araya, quien acabó con la vida de cinco personas y la suya, pero hablan poco de él.

    La comunidad, poco a poco, vuelve a la normalidad. No tratando de olvidar, ni guardando rencor, sino trabajando para unirse y demostrarle al país que son mucho más que un pueblo donde uno de sus hijos tiñó de sangre el Río Grande. De eso trató de convencerlos, el miércoles, el predicador católico, Víctor Cordero, mientras Jorge Arce rasgaba la guitarra, en el templo de la localidad.

    "Debemos aprender a manifestar amor a las personas que tienen el alma herida. No es tiempo de echarle la culpa al otro sino de tender la mano", dijo Cordero, quien viajó desde Hatillo, en San José.

    Un día después, al cumplirse el novenario de sus víctimas, mientras los familiares de Douglas viajaron a San José, 36 bicicletas, 12 carros y decenas de vecinos se reunieron en la iglesia.

    "El tiempo de llorar y angustiarse ya pasó. Ahora es momento de que Río Grande se una, corrija situaciones en cada hogar y siga con su vida", dijo el párroco Johnny Ledezma.

    Ha de ser por eso que siguen adelante con los planes de celebrar las fiestas patronales, ya planeadas para arrancar el 28 de enero, y donde, por primera vez, el hombre fortachón que, sin embargo se mareaba en los buses y en el ferry, no montará.

    Todos esperan que la normalidad vuelva tras "lo que pasó". Así es como se refieren a la tragedia que evitan mencionar con todas sus letras.

    Intentan descartar complicidad

    Policía sin tregua

    Sylvia ALVARADO, enviada
    Christian CAMPOS, corresponsal

    Río Grande, Paquera.- La policía judicial no descansa y enfila sus energías a esclarecer el caso del quíntuple homicidio de la madrugada del 3 de enero, a manos de Douglas Araya, vecino de esta comunidad.

    Los oficiales continúan entrevistando personas, recabando pruebas y planeando la siguiente diligencia, aún a altas horas de la noche, con el fin de cerrar el caso y darle a la comunidad la suficiente fuerza para levantarse.

    Aseguran que seguirán con la investigación, aún cuando no hay alguien a quien acusar y todas las víctimas fallecieron.

    "Policialmente, el caso no está cerrado y además, el asalto del 16 de diciembre, relacionado con este homicidio, aún está en investigación".

    "Para nosotros es primordial esclarecer cómo y por qué se dieron los hechos y determinar si alguna otra persona participó en el homicidio, ya sea por favorecimiento o complicidad", dice un agente judicial en la zona.

    Para el fiscal Rodrigo Salas es vital que no quede "ni un cabo suelto" sobre lo ocurrido. Mencionó que, en casos similares, como el crimen de la embajada de Chile, en San José, la investigación también siguió adelante.

    Las autoridades presumen que el móvil del homicidio fue el asalto del 16 de diciembre en Playa Pájaros y que en ambas situaciones, se utilizaron las mismas armas, un revólver calibre 38 y un fusil AK-47.

    Ese revólver, que Araya percutió contra Daris Jiménez, su primera víctima, fue recuperado por la policía el 7 de enero, en un allanamiento en dos casas de Río Grande.

    La semana anterior, los agentes judiciales entrevistaron a varias personas que, presumen, podrían brindar información valiosa para el cierre de la investigación.

    Los oficiales además están a la espera de prueba documental, como registros de llamadas telefónicas que podrían "amarrar" más el asalto del 16 de diciembre con el homicidio del 3 de enero.

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