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Duro trabajo en las alturas El gran amo y señor del cerro Chirripó El porteador José Luis Garita ha subido más de 3.000 veces al albergue de base Crestones Alexánder AGUILARaleaguilar@aldia.co.cr Con piernas de acero, espalda de hierro y una voluntad enorme para ganarse el sustento de cada día, José Luis Garita es uno de los porteadores que más veces ha subido y bajado los 14,5 kilómetros entre San Gerardo de Rivas, de Pérez Zeledón, y el albergue de base Crestones, ubicado a cinco kilómetros del cerro Chirripó.
Su trabajo resulta digno de admiración y aplauso, porque se gana la vida llevando la carga de los turistas que buscan alcanzar el pico más alto de nuestro país: el Chirripó, ubicado a 3.820 metros sobre el nivel del mar. Garita es uno de los 40 porteadores que habitan en los pueblos de Rivas, Canaán y San Gerardo, lugares próximos al sendero que conduce al albergue de base Crestones, punto de estadía para los aventureros que desean alcanzar el techo de Costa Rica. Un día normal para este montañero, y sus compañeros, comienza a la 1 de la madrugada. Él se levanta para emprender la subida agotadora que completa en cuatro horas y media y con 14 kilos de carga a su espalda. Y si en el albergue de base Crestones hay turistas esperando la bajada, también José Luis deberá bajar, de nuevo, con igual peso de equipaje. Y es que, mientras él dura menos de cinco horas en recorrer el trayecto, los turistas tardan siete. "Si no diéramos este servicio, mucha gente no podría subir con tanta carga", comenta el porteador, que tiene 45 años de edad y 29 de subir a base Crestones, con un promedio de dos viajes por semana, lo que completa más de 3.000 recorridos. Los porteadores pueden llevar un máximo de 14 kilos y, por cada uno, cobran ¢800. Si suben y bajan con la carga máxima, se ganan ¢22.400 diarios. "Hace poco, me hice un chequeo médico y los doctores se asustaron, al ver que tengo en perfecto estado mis tobillos, mis rodillas y mi espalda", agrega José Luis. Dice que dejará este trabajo el próximo año. "El cuerpo se acostumbra a todo, pero uno se cansa de hacer lo mismo, además es bastante duro y agotador. Ya me la he jugado mucho, y no quiero depender más de este trabajo", finalizó el veterano del cerro Chirripó.
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