La pura verdad

Tierra de nadie

Fronteras al estilo del viejo oeste, donde campean la ley del más fuerte.

Fronteras porosas, donde el tráfico de drogas, armas y almas, se ha vuelto el pan nuestro de cada día.

Fronteras donde, como en la sur, los ajusticiamientos de Fila de Cal, desnudan un ambiente de inseguridad asfixiante para las comunidades aledañas, la convivencia, el comercio y la relación internacional.

Me dicen que, en comparación con el lado panameño, nuestra frontera, nuestras instalaciones aduaneras en Paso Canoas, semejan un tugurio.

Cruza usted al lado panameño y descubre un abismo de modernidad, de cambio en infraestructura, en carreteras.

Los panameños vuelan hacia el desarrollo del nuevo milenio. Aquí la Asamblea Legislativa atascada en el laberinto de los intereses más mezquinos.

No más toca el ciudadano vecino o el visitante a nuestro patio y se encuentra con instalaciones miserables, suciedad, contaminación y la inseguridad galopante.

Capos narcos ticos, panameños, colombianos, tienen tomada esa frontera. Las operaciones de trasiego las ejecutan a sus anchas ante la complicidad de tanto “nuevo rico” que pulula hoy en nuestros campos y ciudades a costa de servir de peones en esas peligrosas andanzas, Fila de Cal lo prueba, y ante la impotencia de las autoridades.

La inseguridad hace aguas hace rato en las fronteras.

Se requieren acciones urgentes, contundentes para atender la emergencia y convertir la seguridad fronteriza en una de las prioridades públicas de estos tiempos.