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 Vivir H O Y Domingo 10 de febrero, 2008, San José, Costa Rica.
   

Sexo y más

Síndrome del empresario

La sexualidad no debe verse como un simple somnífero

Carmen Aybar

Psicóloga con estudios en sexualidad humana

Hace unas dos décadas, y en particular en los últimos diez años, que se está por hacer un diagnóstico que es desconocido en sexualidad humana y se conoce como síndrome del empresario.

Síndrome hace referencia a cuando una persona presenta un conjunto de síntomas y comportamientos variados, y diferentes uno del otro, o bien intercalados. En este caso, nos referiremos a las condiciones humanas, como la sexualidad.

Hay de todo

Son muchas las variables que intervienen en la idea de sexualidad que los humanos nos formamos. Por eso es indispensable el respeto.

Es en los últimos años en los cuales la sociedad exige y valora a aquel varón con alto nivel de rendimiento laboral, sin contemplar su esencia como ser humano, y por supuesto la experiencia sexual y su rendimiento. No se hablará aquí de las mujeres , pero es parecido.

Este síndrome contempla un rendimiento laboral hasta altas horas de la noche. Como por ejemplo, sacar trabajo que no alcanzó hacer en el día, adelantar el día siguiente preparando algún informe o amanecer temprano para iniciar su jornada laboral, sin considerar horas extras y solo esperar un buen y preciado informe.

Esta vida excluye almuerzos, a no ser que sean de negocios. En medio de esta vida, las posibilidades de ir a un gimnasio, alimentarse sanamente y gozar de un sueño reparador son solo esperanzas y deseos para empezar el próximo lunes.

Estamos definiendo a aquel varón que tiene pareja, hijos y por tanto una familia que atender con múltiples y variadas e interminables funciones.

Es la sexualidad de aquel varón que pertenece a un grupo de saco y corbata, con agradable olor a colonia que deja al pasar, un teléfono con agenda y la mejor computadora personal recién salida al mercado.

Estos varones llegan a casa luego de una larga jornada, con la cena servida y esperando en el microondas.

La compañera, también cansada después de trabajar casi todo el día, la preparó para cuando él llegue. Ella tuvo que atender a los hijos y revisar tareas, tiene la cabeza acomodada en la almohada hace rato, y probablemente con más de una hora de dormir, y el televisor encendido.

Muchos de estos varones llegan a casa y depositan su cabeza en la almohada, dan un beso en la mejilla a su pareja y ¡buenas noches!

Así transcurren los días, y tal vez el fin de semana se encuentran sexualmente en un rapidito para salir del paso y creer en su interior que la sexualidad existe entre ellos.

En otros casos, la mujer está descansando, llega su pareja a altas horas de la noche, tras su implacable trabajo empresarial, a despertarla para tener sexo que le permita dormir, porque sin ello no concilian el sueño. ¡ Qué triste! O sea, en este caso se utiliza la sexualidad como un reparador y regulador del sueño masculino. Con qué gracia y disposición acogerá la compañera, que lo único que quiere es dormir y menos pensar en la sexualidad.

Se imaginan la clase de experiencia sexual que tendrá esta pareja. Lo triste es que la sexualidad es un somnífero, habiendo otras formas como tomarse una buena leche caliente o leer un buen libro que no tenga nada que ver con el trabajo.

El síndrome del empresario también lo viven los trabajadores de distintas áreas de la sociedad productiva y es igual a lo descrito. Reflexionemos y hagamos un buen cambio para mejorar esta sexualidad sin gracia.

Foto: 1892793
Byron Moreno
Al Día

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