Franklin Arroyo González
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Los implantes mamarios y la reducción de abdomen y papada son las operaciones más buscadas en la actualidad.
El culto a la belleza y la creencia generalizada de que para competir en el mercado laboral es necesario tener buen aspecto están detrás del frenesí por la estética, un fenómeno mundial.
“El manejo de la información tiene mucho que ver. Hace 20 años no se disponía de la información que tenemos hoy. El aspecto social cuenta. En muchos casos es para cubrir una necesidad aspiracional”, manifestó el cirujano plástico Cristian Rivera.
Según él, estudios revelan que las personas bellas mejoran en todos los aspectos de la vida.
“Esos estudios dicen que son más felices y obtienen mejores puestos”.
Gabriel Peralta, otro reconocido profesional en el campo de la cirugía plástica, asegura que, en la actualidad, es justo que las personas puedan mejorar su apariencia. “Pero existe un límite. No se debe anteponer la belleza a otros factores. Vea lo que le pasó a Michael Jackson. Existen cosas más valiosas y duraderas como la integridad”, añadió.
Peralta considera que la cirugía plástica no compra la felicidad. “Si la persona tiene problemas de autoestima, una operación no lo solucionará”.
Cuando dan argumentos como dejar de ser tímido, conseguir novio o que la pareja no lo deje, es mejor no operar, dice Peralta.
Sin embargo, para Rivera existen otras ventajas, como que una persona que lleva años intentando reducir tallas o eliminar grasa, a punta de dietas o ejercicios, o ambas, supere su frustración.
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