Domingo 23 de agosto de 2009, San José, Costa Rica
Sucesos | Alvin Villavicencio, padre del exmundialista
Su hijo era “el horcón esquinero” de la familia
Tragedia de Manchón de Arado cumple una semana / Novenario será el miércoles
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    La foto se la tomaron el 17 de enero: Eddy, Albin, Gerardo, Federico y Olger. La usarán como recordatorio del novenario. J. Peña.
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    Guillermina Chamorro mantiene un altar con fotos y velas en la sala de su casa. Los rezos son por las tardes. Julio Peña.
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    Pablo Chinchilla, Carlos Castro, Alonso Solís, Nelson Fonseca, Alejandro González y Fausto González. Román Vargas, Sojo, Andrey Campos, Pablo Salazar y Albin Villavicencio. J. Peña.

Julio Peña, corresponsal
Rodolfo Martín
rmartin@aldia.co.cr

Santa Cruz, Guanacaste. - Con un nudo en la garganta, Albin Villavicencio desgranó ayer en la mañana, en la sala de su casa en el barrio Santa Cecilia, los recuerdos que atesora en lo más profundo de su corazón, de los años que Dios le permitió disfrutar de su hijo del mismo nombre.

“Mi hijo era un horcón esquinero. Sí, así de importante para el sostén emocional de nuestra familia”, expresó el padre sentado en su mecedora.

A ocho días de la tragedia que llenó de dolor a todo un pueblo, las heridas siguen abiertas, a la espera de que el tiempo y la fe en Dios, hagan el milagro de sanarlas para seguir adelante.

En el accidente, además del exmundialista Villavicencio de 29 años, también perdieron la vida Alvin Gerardo Gutiérrez (36), Federico Díjeres (33), su primo Ólger Díjeres (33) y Eddy Barrantes (34). Ellos viajaban en un Suzuki Grand Vitara, conducido por Villavicencio quien, por razones desconocidas, dejó la carretera y chocó contra un árbol de espavel.

Esto ocurrió a las 4:05 a.m. en Manchón de Arado, 100 metros al sur del bar El Ranchito.

En la sala de la familia Villavicencio Chamorro destaca un altar con la fotografía de Albin y ramos de flores alrededor. Ese es el punto de encuentro de familiares y amigos.

Con un puñado de fotografías de su hijo, Albin y Guillermina procuran sacar fuerzas de flaqueza para superar la muerte de su único hijo varón. “Lo terrible fue la forma tan dura como se nos fue”, comentan.

Ambos tienen claro que “Dios da y Dios quita” y de Él esperan también, la fortaleza, “porque tenemos una hija de 16 años, que nos necesita y no podemos dejarla sola”.

Las fotografías vuelan de mano en mano y con ellas los recuerdos adquieren vida. “Mi muchachito era obediente y tenía su carácter. Sin embargo, como hijo siempre fue educado, en las labores de la finquita... insisto fue mi horcón esquinero”, reiteró don Alvin con la voz cortada.

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