Carlos Freer, cineasta
cfreervalle@gmail.com

Muchas veces los sueños de infancia se hacen realidad. Si no del todo, por lo menos en parte.

Recuerdo que cuando era escolar me ponía a imaginar lo lindas que serían las escuelas si allí mismo dieran películas. Pero no solo eso. Que las paredes de las escuelas tuvieran grifos, de los que salieran deliciosas leches malteadas o refrescos. Para culminar el deleite, que uno abriera otros grifos, de los que saldrían helados de crema, de vainilla, de fresa.

En fin, lo que el niño quisiera tomar o comer, mientras veía alguna película de su agrado.

Había dejado de acordarme de aquella ilusión, hasta que pude enterarme de un formidable proyecto que se está empezando a desarrollar. Una empresa, de cuyo nombre sí quiero acordarme, pero que por ahora me reservo, está preparando un plan para dotar a unos mil centros escolares y colegiales de unos aparatos provistos de pantallas para que puedan ver películas o audiovisuales educativos.

¿Que estamos estudiando los límites de Costa Rica con otros países? Pues a ver qué materiales hay de los ríos San Juan y Sixaola. Se solicita digitalmente la obra (a un enorme servidor), y, a la hora indicada, la pantalla mostrará el material solicitado. Igual se hará con los más diversos temas: ciencias, letras, artes o idiomas. Es algo así como lo que imaginaba de niño. Claro que por ahora no habrá helados, pero Dios proveerá.