Domingo 17 de enero de 2010, San José, Costa Rica
Internacionales
HAITÍ ¡INFIERNO!
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    La triste mirada de un niño por una abertura de lo que fue su casa, retrata el drama que vive la isla caribeña. AP.
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    Esperanza. Esta pequeña fue rescatada por socorristas chinos que llegaron a la isla para ayudar. 250 mil personas están heridas, según las autoridades. AP.
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    Plegaria. Esta haitiana reza y canta en una calle en Puerto Príncipe implorando por ayuda. 1,5 millones perdieron su techo, según las Naciones Unidas. Reuters.
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    En la calle. Un plástico es la única protección que tienen cientos de haitianos que quedaron sin techo tras el sismo. AFP.
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    Sobreviviente. La amputación de sus piernas le salvó la vida a un estadounidense quien fue sacado de las ruinas de un hotel haitiano. AP.
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    Dolor. En improvisados ataúdes de madera, los sobrevivientes se las ingenian para darle sepultura a sus familiares. AP.
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    Escasa. En los albergues el agua y comida son repartidos en pequeñas raciones mientras llega toda la ayuda a Haití. Los aeropuertos están inservibles y las toneladas de alimentos llegan por tierra desde República Dominicana. Reuters.
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    Impactante. La escena se ha convertido en una triste rutina en Haití. Los cuerpos quedan en las calles sin que las autoridades puedan llegar a todos los lugares para retirar los cuerpos. AP.
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    Desolador. Los trabajadores de sanidad recogieron el viernes en una caja el cuerpo de un menor de edad que murió enterrado en Puerto Príncipe. AP.
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    Angustia. Un chiquito herido recibe ayuda médica en un hospital ambulante en la calle. El sufrimiento embarga a todo el país, miles de niños son afectados. Reuters.
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    Desconsuelo. Un pedazo de pan es lo único que tienen muchos para aplacar el hambre. Este niño tuvo suerte, el jueves anterior, de tener comida en un albergue. AP.
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    Como basura. Un tractor apilaba el jueves los cadáveres esparcidos en las calles de la capital haitiana. AFP.
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    Trabajador. Perets, un laborioso perro, fue llevado desde Rusia para ayudar en las labores de rescate. Reuters.
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    Refugio. Una sábana es el único techo que tienen cientos de personas, entre ellos niños, en uno de los refugios instalados en Puerto Príncipe. Reuters.
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    Milagro. Billy, un estudiante de 27 años, fue desenterrado el viernes entre los escombros de lo que quedó de la Universidad de Puerto Príncipe. AFP.

Puerto Príncipe, Haití / DPA.- Una veintena de cadáveres se apiñan junto a la acera que lleva a la catedral de Puerto Príncipe reducida prácticamente a escombros por el terremoto.

Era viernes, tres días después del terremoto de 7,0 grados. Ayer seguía igual.

Tapados apenas con unos trapos, los cuerpos se han hinchado a causa del calor y el hedor es tal que los pocos que se atreven a pasar por delante lo hacen rápido y tapándose la boca con lo que tengan a mano.

Sin embargo, allí cerca, una decena de vecinos instaló su campamento provisional.

“Nadie viene por los cuerpos”, explica con la voz cansada una vecina que vela los cadáveres. A sus espaldas, otro pequeño grupo trata de reabrir una de las entradas de la catedral de Notre Dame, el mayor edificio eclesiástico de la capital haitiana.

Solo cuentan con sus manos porque a este barrio de Puerto Príncipe no ha llegado aún ningún equipo de ayuda ni siquiera para cuantificar los daños y los vecinos temen que todavía haya gente atrapada entre las ruinas.

La escena se convirtió en una triste rutina en un Haití que todavía se aterroriza con los fuertes temblores que lo sacuden regularmente.

Miles de personas salen cada noche a dormir en la calle por miedo a nuevos derrumbes y todos los parques de la ciudad están colapsados con damnificados refugiados bajo cualquier tela que les proporcione un techo temporal.

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