Rodolfo Martín
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Quepos.- Unas mil personas afectadas, 60 casas anegadas y decenas de comunidades afectadas fue el saldo que dejó antenoche el paso de una onda tropical por el Pacífico Central y Sur del país, causando severos daños principalmente en Manuel Antonio.
Los fuertes vientos y los torrenciales aguaceros que cayeron derribaron –básicamente– cientos de árboles y decenas de postes por lo que el tendido eléctrico cayó al suelo, lo cual dejó sin luz a vecindarios enteros que anoche, 24 horas después, permanecían sin el servicio eléctrico.
“¡Aquello era indescriptible! Llovía... llovía, no paraba de llover. El viento, en vez de disminuir, cada vez era más fuerte. Afuera, se escuchaban los árboles crujir y caer. Una, dentro de la casa y a oscuras, sólo rezaba porque el próximo árbol no le cayera encima. Esa fue una larga... inmensa noche de espera y de interminable tensión”, relató ayer la joven Lleily Gutiérrez, vecina de Manuel Antonio.
Además de este lugar, el epicentro de los daños, también hubo horas de terror en el centro de Quepos, La Paquita, El Cocal, Damas y los barrios de La Inmaculada y Paraíso.
Los destrozos también se registran en algunas comunidades de Parrita como La Julieta y Palo Seco .
Otra onda tropical
La Comisión Nacional de Emergencias (CNE), declaró ayer alerta amarilla para todos los cantones del Pacífico Central y Sur y alerta verde para el Valle Central, zona norte, región Chorotega y Caribe, debido a que el Instituto Meteorológico Nacional informó que una nueva onda tropical mantendría su influencia en el país durante la noche de ayer y la madrugada de hoy.
Algunas cuadrillas de trabajadores de instituciones públicas como el Instituto Costarricense de Electricidad, trabajaban ayer para restablecer el servicio lo antes posible.
Igualmente, las motosierras, hachas y machetes se convirtieron ayer en las herramientas más preciadas para quitar de los caminos los árboles volcados y poder reabrir el paso a los vehículos. Coloaboró: Patricia Recio.
Guarecidos en una bodega
La bonita y confortable casa de la estadounidense Jennifer Rice, por primera vez en su vida, se convirtió antenoche en una trampa mortal de la cual no podía escapar.
“Hubo tanto viento que aquello fue un huracán. Nuestra pesadilla consistió en que la casa está, prácticamente, construida en vidrio”.
“Estábamos asustados porque en cualquier momento los vidrios estallarían en pedazos, nos iban a cortar y sin poder hacer nada porque nos hallábamos a oscuras”, recordó ayer la empresaria hotelera.
Salieron al amanecer
Apenas amaneció recogieron sus mochilas, encendieron el carro y salieron a toda prisa.
Así reaccionaron seis turistas después de la noche y la madrugada que vivieron en Manuel Antonio.
“Los comprendo, no podía ser de otra manera”, expresó Jaime Barahona, dueño del hotel La Arboleda.
Los visitantes habían llegado pocas horas antes con la intención de permanecer cuatro días.
“En mis 20 años de estar aquí nunca antes había visto algo similar”, expresó el empresario, quien sufrió daños severos en su propiedad.
Agarrada al bebé de un mes
“Estábamos dentro de la casa reunidos y asustados porque el aguacero y el viento en vez de disminuir, cada vez era más torrencial y fuerte”, narró Laura Zúñiga, vecina de El Cocal de Quepos.
El ama de casa recordó ayer que, básicamente, la impotencia era tal, que estaban sólo a la espera de que el “viento se llevara el techo de la casa y con él a mis tres hijos y a mí”.
“Lo único que acaté, fue a agarrarme de mi bebé de un mes de nacido para saber que estaría al lado mío”, agregó la joven madre.
Los otros hijos tiene 15 y 12 años.
“Intenté salir del barrio pero no podía hacerlo”, dijo.
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