Eduardo Solano
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En el Mundial de Alemania 2006, la base de la cadena Univisión era la ciudad de Munich.
Uno de mis compañeros de trabajo era el ex guardameta paraguayo José Luis Chilavert, del cual tuve un recuerdo muy agradable a su paso por Costa Rica, en la final de la Copa Interamericana entre Cartaginés y Vélez Sarsfield, en el año 96.
En aquella oportunidad, el meta paraguayo, fiel a su estilo de encarar mucho a la prensa, me dijo que Vélez (equipo donde jugaba) le ganaría a los brumosos, y que por ello me regalaría los guantes que usaría en Buenos Aires.
Al final de las entrevistas se me acercó y me dio los guantes. Diez años y unos meses después, al saber que trabajaría con él, me llevé los guantes a Europa y le pregunté si se acordaba, y la verdad, no.
Lo que sí me satisfizo es que me estampó la firma en los ya desactualizados guantes.
En esa misma Copa de Alemania, al finalizar cada jornada, la mayoría de los periodistas coincidíamos en un restaurante italiano que quedaba a la par del hotel elegido por la gran mayoría para su estadía.
Es sabido que Chilavert y Maradona se tiraron de todo a lo largo de sus carreras, y una noche estando todo el grupo (incluyendo Chilavert) ingresó “Pelusa” con su séquito.
Se cruzaron las miradas y el silencio reinó en el restaurante, a ver quién apuntaba primero. Pero la pólvora quedó en el pasado y la cena continuó.
