Jueves 3 de junio de 2010, San José, Costa Rica
Sucesos | Misteriosa muerte en La Aurora
Robo sería el móvil en homicidio de profesora
Radio que no se apagaba despertó sospechas de vecinos/ “Chancero” la encontró
  • AlDia.cr
    En un cumpleaños donde Rosa Santamaría, amiga que dijo “no merecía morir así”. Román Castro.
  • AlDia.cr
    Era simpática. El sepelio será en San Ramón. R. Castro.
  • AlDia.cr
    En La Aurora, la casa quedó cerrada con cadenas. R. Castro.

Hugo Solano
hsolano@aldía.co.cr

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La Aurora, Heredia.- La muerte de una profesora de Educación Física , ocurrida anteayer en esta localidad, pudo obedecer al robo de dinero por parte de un conocido, según las primeras indagaciones del OIJ de Heredia.

María Eugenia Ramírez Arroyo, de 64 años, fue hallada sin vida el martes a eso de las 4:30 p.m. por un vendedor de chances a quien le llamó la atención que luego de llamarla varias veces, ella no respondió. Encontró a la mujer, semidesnuda y tirada en la cocina.

El OIJ informó que el cuerpo estaba de medio lado sobre el piso, con al menos cuatro heridas en cuello, mejilla izquierda, mandíbula y costado izquierdo.

En la cara presentaba hematomas y signos de aparente estrangulamiento.

Le faltaba la ropa en la parte superior y al parecer, tenía una colcha encima.

El arma punzocortante usada en el crimen no apareció, pero el OIJ decomisó objetos para el estudio de huellas correspondiente.

Dos tazas de café listas sobre la mesa, hacen presumir a las autoridades que el homicidio se dio antes del desayuno.

Ramírez estaba pensionada y en sus últimos años trabajó como docente para el Conservatorio Castella, en Heredia.

Deja una hija de 42 años, llamada Inés y a Christian, un varón que vive en Nueva York, y con el que a diario conversaba telefónicamente.

Ayer en la mañana, Xenia Fernández, su vecina, se mostró consternada por el crimen.

“La ví ese día antes de las 9 a.m. Yo pasé por el frente, nos saludamos y ella se fue para adentro. En adelante, no vi nada extraño. Me di cuenta del crimen en la tarde, cuando venía de recoger a la chiquita de la escuela”, dijo.

Sorpresa

Brisceida Cordero, que vive en la casa de al lado, expresó que nadie se esperaba una cosa así.

Lo que sí le pareció raro fue que ella tuviera música toda la noche y durante todo el día, algo que no era usual en ella.

La música sonaba bajito, pero le inquietó que pasaban las horas y el sonido seguía. Otra cosa que le llamó la atención, fue que ese día escuchó que María Eugenia se levantó como a las 6 a.m., algo que también le pareció extraño, pues recordó que ella siempre se levantaba después de las 10 a.m. porque se acostaba muy tarde.

Cordero oyó que hablaba con alguien, pero no le puso mayor atención porque estaba alistando a sus hijos escolares.

“Yo creí que estaba con la nieta de cinco años, que a veces la acompañaba y como la escuché tan temprano, pensé que era la hija que venía a recoger a la niña”, dijo.

Los gritos de ¡Eugenia, Eugenia!, de otra chancera como a las 10 a.m. no tuvieron respuesta. Ella siempre le decía ¡Ya voy mamita! o ¡Pase ahora más tarde!, pero ese día no contestó.

Según su vecina, como sonaba la música no sospechó nada, ya que cuando salía apagaba todo.

En el barrio, todos nos dábamos cuenta cuando la Selección o su equipo (Saprissa) anotaban un gol, porque ella lo celebraba muy efusivamente. Sin embargo, el martes no se le escuchó viendo el partido Costa Rica-Suiza y menos celebrar el gol, ni el triunfo. Comentó que la educadora amaba la vida.

Gilberto Álvarez, su vecino de enfrente, contó que a eso de las 4:30 p.m. vio pasar al vendedor de lotería. Al ver el portón abierto llamó a la hija de la maestra para ver si Maruja estaba allá. Ella le dijo que no.

El chancero entonces llamó a su propio padre y entraron a la casa de la víctima a ver por qué no respondía. Salieron pegando gritos. Ella yacía muerta en la cocina. El OIJ investiga.

Con asombro

Quienes más la echarán de menos son los niños de la cuadra. Les regalaba confites.

Xenia Fernández, Vecina.

Era una persona tranquila, alegre. Me impresioné porque ese día nos saludamos temprano. Fue la última vez”.

Brisceida Cordero, Vecina.

El yerno llegó a la escena del crimen. Doña Eugenia era muy apegada a la nieta. Fue raro oír música toda la noche”.

Gilberto Álvarez, Vecino.

Cuando vi sangre les dije que no tocáramos y llamamos a mi hijo que es cruzrojista. Ella solo le abría a conocidos”.

Víctor Rodríguez, Cruzrojista.

Estaba tirada en la cocina con una herida de arma blanca al lado derecho del cuello, golpes y un pañuelo en la cara”.

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