Madrid / DPA.- César Menotti le quitó la oportunidad de ser campeón mundial en su país en 1978, pero Carlos Bilardo lo dirigió hacia la gloria en México 86. ¿Jugará eso algún rol en el inconsciente de Diego Maradona a la hora de plantear el estilo de juego de su selección?

Porque es cierto que un 1-0 sobre Alemania en Múnich es valioso, pero en las dos citas clave en las que la Argentina de Maradona se jugaba mucho, la opción fue la misma: no quiero la pelota, apuesto al contraataque, presiono al límite.

“Este es el comienzo del equipo que yo quiero”, dijo Maradona tras la victoria del miércoles, dejando en claro que lo visto no es casual ni producto de las circunstancias: la victoria de octubre ante Uruguay que aseguró el pase al Mundial de Sudáfrica 2010 y el triunfo sobre Alemania para él responden a una misma filosofía.

Y esa filosofía es, por ejemplo, casi opuesta la de España. Es, en cierto modo, muy “italiana”. La España de Vicente del Bosque que sumó ante Francia en París un triunfo de esos que inflan el ánimo está muy distante de la Argentina de Maradona: toque, apertura de espacios, la pelota para atacar y para defender. Estéticamente, otro mundo.

Es curiosamente -o no tanto- de ese microclima español de donde en Múnich surgió el gol que le permite hoy a Maradona sentirse más fuerte que nunca al frente de la selección. Gonzalo Higuaín prolonga con la albiceleste el estado de gracia que muestra en el Real Madrid. Y eso que Maradona demoró hasta lo impensable su convocatoria a la selección.

Aunque los microclimas son delicados. Fe de ello puede dar Lionel Messi, al que la Argentina rocosa y de dientes apretados le anula el fútbol y el ánimo. O se lo desequilibra, como en aquella casi inédita patada que le lanzó al lateral Philipp Lahm.

Maradona, genio con la pelota cuando jugaba, capaz de cualquier fantasía, es infinitamente más terrenal y pragmático a la hora de dirigir futbolistas. Él bien sabe que a México 86 llegó como integrante de un equipo centro de todas las críticas y se fue como campeón.

Nada es para siempre, y la Argentina, que en su credo futbolero hacía del “cariño” por la pelota una religión, puede estar cambiando. ¿Para siempre? Dependerá de lo que suceda en Sudáfrica, dicen algunos. Si Argentina gana el Mundial, escribe hoy el diario español “El País”, “el efecto propagandístico tendrá consecuencias demoledoras para el propio fútbol argentino”.

“El fútbol como fenómeno nacional, como manifestación social distintiva de Argentina, alumbrará una crisis de indentidad y de talento sin precedentes. Un invierno nuclear”.

Mientras tanto, la Argentina es más espectacular como Maradona la describe que como realmente juega. Ante sus ojos es un equipo que busca la diversión, “porque el fútbol es diversión.Si no te divertís, andate”, expresó un exultante Maradona, que además calificó el partido de "excelente, con picos de altísimo rendimiento". “Le ganamos a Alemania, un grande, y en Múnich, con un rendimiento excepcional, abriendo la cancha, saliendo bien de contragolpe, con el 'maestro' (Juan Sebastián) Verón, que es el que marca los tiempos del equipo, así que más no puedo pedir", se explayó.

"Lío (Messi) salió a jugar mucho más, o 'Pipa' Higuaín, que metió el gol", ejemplificó. "Hicieron un trabajo excepcional. "Alemania nunca se pudo armar”.