Ana Coralia Fernández, periodista
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Uno podría ponerse a escribir sobre cualquier otro tema.
Desde los buenos deseos para La Volpe, pasando por el próximo pago de los aguinaldos, el frente frío que anuncia con no poca ilusión la llegada de diciembre, o más...
Pero “Thomas” nos dejó barro por los cuatro costados.
Muerte, dolor y miseria.
¿Cómo se retorna a la vida de cada día después de perderlo todo, incluyendo a la familia, los animales, la casita, la tierra?
Se salva la vida sí, pero el país es lento para resolver estas variables.
Si no con solo volver la mirada a Cinchona, tenemos la respuesta.
Corremos, ayudamos, damos platica, leche, agua, productos imperecederos. Confiamos en que los donativos lleguen pronto y seguros a las familias necesitadas. Costa Rica es generosa con propios y ajenos.
Pero el mismo sistema nos hace caer en la vieja manía de no dar seguimiento a estas personas que se quedan sin nada y lo sufren todo.
“Nadie vino”, se escucha con frecuencia a los afectados. “Todavía no nos han resuelto”, es una especie de letanía, si meses después se hace un sondeo entre los damnificados.
Urge la ayuda sí, pero también los resultados. Ha sido así en el pasado y no tendría por qué serlo para esta administración o las que vengan.
El huracán pasa y el barro seca, pero las necesidades de la gente, siempre se quedan esperando.
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