A mares, como se dice popularmente, así sudaba ayer Carmen Masís cuando, con sus hijas y sobrinas, trataba de poner en orden en “El Fiestón”, un bazar y confitería que con mucho sacrificio abrió hace dos años en el centro de Parrita.
El río, del mismo nombre, se desbordó por todo el centro de ese cantón puntarenense y entre los locales que afectó, el suyo fue uno de tantos.
“Estimo, inicialmente, que las pérdidas podrían ser de más de ¢1 millón”, dijo.
El agua y el lodo le destruyó una gran cantidad de mercadería.
A ella lo que más le preocupa es que está endeudada con un banco, al cual le pidió un préstamo para, precisamente, abrir el negocio.
“Hay que continuar en la lucha porque aún hay familia por sacar adelante”, dijo Carmen en tono convencido. No en balde ella es la jefe de su familia.
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