Después de 30 años de tener como hogar el parque metropolitano La Sabana, eucaliptos, cipreses y casuarinas de hasta 30 metros de altura cayeron tumbados ayer por sierras y tractores.
Paola Murillo, estudiante de medicina y vecina de Hatillo, al igual que Jorge León, transportista que ayer a las 10 a.m. hacía deporte en La Sabana, se mostraron a favor del cambio.
Para ellos el nuevo bosque traerá más vida y color al llenarse de árboles más atractivos para aves, insectos, ardillas y demás especies que no encuentran su hábitat en los árboles actuales.
Más seguridad y color
Randall García, director de conservación del Inbio, comentó que el primer beneficio para los visitantes es la certeza de que los árboles no les van a caer encima, porque su vida es de 25 años y ya tienen más de 30 y tienen daños.
El segundo beneficio es que La Sabana será más colorida y con más sombra, ya que entre las variedades de los 5 mil árboles que se sembrarán –con ayuda del Scotiabank – están Roble Sabana, Caoba, Ceibo, Cortés Amarillo, Vainillo, Guarumo y Almendro de montaña,
De los 6 mil árboles que hay en La Sabana, se espera sustituir 3.200 en los próximos años; es decir, se dejarán los mejores de las especies exóticas actuales.
Ayer los trabajadores tumbaron 15 árboles que una vez trozados pasaron al aserradero San Fernando en Alajuela, donde serán cortados para pupitres.
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