Arnold Sibaja de Aserrí y su amigo Roy Soto de San Sebastián, aprovechan cada oportunidad que tienen para irse a pescar corvinas en la punta de playa Caldera. Con cuerda de Nylon y un anzuelo que agitan en el aire y lanzan constantemente prueban suerte. Les encanta esperar la puesta de sol.

A sus pies las olas del Pacífico golpean de forma escalonada las piedras donde ellos se encuentran y salpican sus vestimentas.

Los dejamos atrás para ver cómo niños de unos siete años, procedentes de distintas familias se hacen amigos jugando con los troncos, la arena y las olas. A unos metros, sus madres aprovechan para broncearse sin quitarles la custodia.

Pargos, jureles, congrios y corvinas, que descargan las lanchas artesanales, también cautivaron a muchos visitantes, al otro extremo de la playa.

Caldera está situada a 85 kilómetros de San José. Antes no era tan accesible, pero la apertura de la nueva vía disparó las visitas.