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Lunes 31 de marzo, 2008, San José, Costa Rica. |
Afición chuchequera sufrió y gozó con la victoria ¡A puro galillo y coraje! Alejandro Alpízar salió lesionado, estaría un mes fuera y no jugaría en Houston Juan Diego Villarrealjvillarreal@aldia.co.cr Puntarenas. A media semana Jeaustin Campos pidió a la afición saprissistas no asistir al estadio Lito Pérez, mientras el jerarca porteño Adrián Castro manifestó que no le importaba, que los porteños eran suficientes para llenar la “Olla Mágica”. Al llamado de Castro, como cientos de porteños, acudió Glenda Orellano, una humilde ama de casa del barrio 20 de noviembre, en Puntarenas, a quien le sobró voluntad, “galillo” y pulmones, para “empujar” a la victoria, a los chuchequeros, de 1-0. Y es que Glenda no se anduvo por las ramas para gritar, gesticular, y hasta desafiar a los pocos saprissistas que llegaron. Los dos cojines que llevó para sentarse en la gradería de nada le sirvieron, pues casi durante todos los 90 minutos estuvo de pie, animando a sus jugadores. Eso sí, no le tembló la voz para increparlos cuando fallaron en la marca o dejaron ir una ocasión de gol. “¡Rematá como hombre!”, le gritó a Athin Rooper, en una acción cerca del área, ante el silbido de los porteños que la rodearon. Y ni que decir con el gol de Emmauel Campos al minuto 29, en una serie de rebotes, se puso de pie como un resorte, alzó los brazos, mientras repetía “así se hace, vamos, falta el otro”. “Ayude a marcar, no se quede vaya, vaya, que necesitamos otro gol”, seguía gritando Glenda, con los brazos abiertos en cruz, mientras Keylor Navas, una y otra vez, ahogaba el grito de anotación para los locales. “Ese porterillo es bueno, se la juega, pero nosotros también tenemos portero”, aseguró ante un vuelo de Daniel Cambronero. Los capitalinos presionaban, Jeaustin hizo cambios, incluyó a Armando Alonso, José Luis López y Alejandro Alpízar, no quería perder su invicto de once fechas, tras salir con una escuadra llena de jugadores que no vienen actuando con mucha regularidad, pensando en el duelo del miércoles por la CONCACAF ante el Dynamo de Houston. Kendall Waston abandonó su defensa y se fue al ataque, mientras Glenda, más nerviosa aún que en la primera parte, seguía gesticulando “¡echen lo último, marquen, hay que ganar!”. El pito del final del duelo sorprendió a los jugadores y a Glenda, quien tímidamente, con una sonrisa, nos contó que se había levantado a las 5 de la mañana para dejar todos los quehaceres de su hogar, antes de ir al estadio.
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