Antonio Alfaro, periodista
analfaro@aldia.co.cr

         

Me alegra que tan escabroso referendo haya sido desechado. Si el TLC puso a vecino contra vecino, a padre contra hijo, a perro contra amo. ¡Ni imaginar las enemistades y heridas que generarían el sí y el no de las uniones homosexuales!

Sería como Caín contra Abel (versión 3D), como Supermán contra Batman (cuya amistad con Robin, dicho sea de paso, me pareció sospechosa en las últimas temporadas). Ignorancia, temores y susceptibilidades se habrían mezclado en un todos contra todos sin cuartel. Las diferencias habrían llegado hasta plano celestial, donde más de un querubín (esos con sólo alitas y carita) podría verse cuestionado, así como el heterosexual que osara defender derechos gais.

Al final, Costa Rica habría dicho rotundamente “no” a las uniones civiles homosexuales, según una encuesta de Unimer publicada en La Nación. Y aunque no entiendo tanta oposición a la herencia de bienes entre parejas del mismo sexo y algunos otros derechos por el estilo, sin que esté en discusión la adopción infantil, me quedaré en esta columna con la satisfacción por el referendo que no fue.

Si la mayoría decidiera siempre y sobre todo, Saprissa sería declarado campeón vitalicio, las mujeres aún no votarían y los católicos perseguiríamos protestantes. Alguien tiene que decidir, pero no en referendo. En este tema, dejemos que Batman y Supermán sigan siendo amigos.