Domingo 7 de noviembre de 2010, San José, Costa Rica
Internacionales | Pese a pleito fronterizo
No para llegada de nicas
Cientos buscan trabajo / Muchos van coger café a la zona sur
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    Algunos nicaragüenses viajan a Costa Rica para coger café a finales de año. AFP.
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    Al llegar, un hombre les indica que deben apurar el paso. AFP.
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    Los dueños de la embarcación que trasladó a los indocumentados dicen que 200 ilegales entran al día a Costa Rica. AFP.
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San Juan del Norte, Nicaragua/AFP. - “Voy al otro lado (Costa Rica) a coger café. Con suerte a uno no lo agarran” ( los policías), dice el nicaragüense Hollman Espinoza, uno de los cientos de obreros agrícolas que a diario cruzan al vecino país por el río San Juan, en el sur de Nicaragua.

Esta es la crónica de la periodista Julia Ríos para la agencia de noticias AFP.

Con rostro inexpresivo, esquiva la mirada y es de poco hablar, como todos los migrantes –hombres, mujeres y hasta niños– que se acomodan silenciosos en la lancha que recorre el serpenteante río de unos 200 kilómetros de extensión y rodeado de exuberante vegetación.

Para algunos indocumentados, la travesía inicia en San Carlos, capital del departamento nicaragüense de Río San Juan, de donde sale la embarcación hacia San Juan del Norte, al despuntar la mañana.

Otros abordan la lancha en su recorrido por distintos pueblos ribereños, lo que hace el viaje cansado y tedioso, sobre todo para los niños que viajan con sus padres.

Trémulo, aunque aparenta estar tranquilo, Espinosa, de 26 años, moreno y delgado, viaja por primera vez a las fincas cafetaleras costarricense con su esposa, dos niños de menos de cinco años, su suegra Gloria Romero y dos cuñados también jóvenes.

El lugar de bajada de esta familia es en Pital de San Carlos, Alajuela, un punto de cruce de migrantes donde “es peligroso; si la guardia tica nos agarra nos regresa por la frontera de Peñas Blancas”, en el suroeste del país, comentó Espinoza.

Una menuda mujer, que se identifica como Romero, que hace tres años realiza la misma travesía, interviene como para espantar temores: “si es una familia, (la Policía) no molesta porque ven que uno va a trabajar, pero si son dos varones sí desconfían”.

Los hacendados ticos le dan a cada familia una casa, canastos, utensilios de cocina y la paga es de ¢2.500, unos cinco dólares, por el corte de una lata de café, según Romero, quien es la guía del clan.

Al llegar al sitio de cruce, los nicaragüenses bajan de la lancha mientras del lado costarricense un hombre les espera y les informa que no hay policías cerca; les apremia a apurar el paso.

Pronto cruzan las alambradas y desaparecen a la vista de los otros pasajeros.

Luego de andar unos 20 minutos por terrenos descampados o a veces boscosos, llegan a la carretera, donde suben a buses de transporte colectivo o camiones para atravesar todo el país hasta cerca de la frontera con Panamá, donde se ubican las fincas de café, según dijeron.

“Bueno muchachos, que Dios les acompañe”, expresa un hombre con sentimiento de protección y pesar por la situación de los que dejan su país en busca de oportunidad de trabajo. Los dueños de la embarcación estiman que unas 200 personas ingresan por día ilegalmente a Costa Rica.

Esta migración laboral de nicaragüenses se mantiene pese a las tensión generada entre Managua y San José desde el 18 de octubre anterior, por las labores de dragado en el San Juan y la denuncia de Costa Rica de una incursión de militares nicaragüenses en una isla que ambos países reclaman como propia.

“Fuera bueno que se arreglaran. Que platiquen los dos Gobiernos”, manifestó Espinoza, para quien el conflicto fronterizo no altera su decisión de aprovechar la temporada alta de corte de café de noviembre a enero para ganar dinero.

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