Nacionales
Domingo 8 de julio de 2012, Costa Rica

Cosas de la vida

Cordura senil

Ana Coralia Fernández Arias

Periodista

Esta semana con gran tristeza escuché la noticia: el hermano de Gabriel García Márquez le comunicó al mundo entero que el genio, el artista, uno de los pioneros del realismo mágico en América no volvería a tomar la pluma para escribir, debido a que padece una severa demencia senil, en parte hereditaria, y en parte detonada por el tratamiento de la quimioterapia que recibió Gabo, para combatir un cáncer linfático que amenzaba su vida.

Mientras la noticia transcurría con una serie de detalles como el creador de Macondo estaba bien de salud, mantenía su magnífico sentido del humor y se expresaba bien, yo me perdí en varias preguntas:

- ¿Cómo?- pensé, ¿Puede un sublime loco genuino padecer de demencia? ¿Puede un demente que es capaz de crear los mundos más fantásticos, los personajes más humanos y a la vez imposibles, el hombre que hizo que después de tender una sábana una mujer saliera volando y que todos lo creyéramos llegar a la locura?

No lo creo. Cuando mucho llegará a la cordura. Esa de la que todos somos prisioneros y queremos huir. Esa que es un grillete que impide que nuestra alma sea libre y viva intensamente como José Arcadio Buendía o Úrsula Iguarán. Esa que nos pesa y se burla de nosotros cuando recordamos que somos seres de luz y como una carcelera que se divierte con su trabajo, nos enseña la llave de la cerradura y la avienta por la ventana. Gabo, sin duda alguna, padece una cordura senil, esa que siempre desafió en sus años mejores, cuando inventaba pueblos sin cementerios para poderse escapar de la rutina que es como decir cien años de soledad.