Nacionales
Domingo 8 de julio de 2012, Costa Rica

Poblado pasó del protagonismo al olvido

Caño Castilla es un mar de carencias

Carlos Hernández, corresponsal

redaccion@aldia.co.cr

Los Chiles. - Sus calles abundan en lodo. Están casi intransitables, pero aun así por allí deben caminar escolares y adultos.

La construcción de las aulas del kínder, iniciada en marzo del 2011, no se puede terminar por la falta de dinero para comprar materiales como láminas de zinc.

El acueducto muestra avances importantes pero todavía está pendiente la edificación del tanque de almacenamiento.

El antiguo salón comunal se dejó de usar, debido a su pésimo estado, al punto de que una feria “pro acueducto” programada para ayer y hoy, la llevaran a cabo en el vecino pueblo de Escaleras.

Entre tanto, los vecinos siguen dependiendo de pozos rústicos, propensos a la contaminación, para abastecerse de agua que generalmente sale de color amarillo y tienen mal sabor.

Unos 30 jóvenes se vararon académicamente tras terminar la primaria pues al carecer de servicio de transporte no pueden viajar hasta el colegio más cercano, el situado en Pavón, distante 25 kilómetros al oeste.

Unas 30 familias que viven en viejas y destartaladas casas de madera están urgidas de bono, pero el Estado no se los puede adjudicar hasta tanto el lote no esté escriturado.

Así está sucediendo en Caño Castilla de Los Chiles. Las carencias hacen que sus escasos 250 habitantes padezcan todo tipo de necesidades.

Sí. Hablamos del mismo pueblo que sus pobladores estuvieron a punto de perder en un remate por una deuda que ellos nunca adquirieron.

Si bien la subasta judicial se llevó a cabo el 26 de mayo del año pasado, los lugareños fueron los únicos oferentes por lo que el juez de turno los ratificó como los legítimos propietarios, luego de que asumieron una deuda de ¢12,5 millones, más ayuda de muchos ciudadanos y del Estado, depositaran la base fijada para el remate.

Tras ese logro, a los vecinos les llovieron ofertas de ayuda para que resolvieran algunas de sus muchas necesidades, pero 14 meses después la mayoría no se ha concretado.

Significa que las principales necesidades comunales no han sido atendidas como lo señala Blanca López, madre de cinco niños.

“El panorama local no es nada agradable”, afirma María Cristina Segovia, del Patronato Escolar.

Segovia enfatiza que muchos de los problemas no tendrán solución hasta tanto cada una de las familias no tenga en su poder el título de propiedad de sus tierras.

“Cada vez que pedimos ayuda a una institución pública nos piden la escritura y como no la tenemos nos rechazan”, explicó Segovia, quien el viernes dirigía a un grupo de mujeres en la cocina de la Ermita las cuales preparaban tamales y otras comidas típicas para la feria en Escaleras.

“Necesitamos fondos para el proyecto del acueducto y como no tenemos salón comunal nos hemos visto en la necesidad de acudir a nuestros amigos de Escaleras”, explicó la dirigente.

Marlon Arce, abogado de las familias, dijo que los títulos de propiedad estarán listos entre octubre y noviembre.

Si bien hay problemas no todo en Caño Castilla es negativo. Así lo expresan sus habitantes quienes resaltan que el principal logro fue no perder sus parcelas.

Además el proyecto del acueducto tiene avances importantes.

Esperanza en el futuro

Erika Fernández.
Erika Fernández.

Erika Fernández, maestra

“El estado del puente sobre el río Pocosol atenta contra la vida de los que lo cruzan ”.

Marlon Arce, abogado

“Ya el Registro Público nos dio luz verde para la inscripción de los títulos de propiedad y lo haremos pronto”.

María Segovia, patronato escolar

“Necesitamos servicio de bus de lunes a domingo. Únicamente lo tenemos lunes y viernes y es insuficiente”.

Geraldi Cabalceta, Junta de Educación

“En 14 meses conseguimos poco, pero soy optimista de lo que está por venir. Creo que será muy positivo”.

“Quieren ir al colegio”

“Hoy la primaria no es suficiente”. / Carlos Hernández.
“Hoy la primaria no es suficiente”. / Carlos Hernández.

Blanca López, madre de cinco hijos, está angustiada por la desesperación que sienten Jonathan y Jennifer de 14 y 13 años, por no haber podido iniciar la educación secundaria.

“Ya pasaron dos años desde que terminaron la primaria y desde entonces no han regresado a las aulas.

Ellos lo que quieren es entrar al colegio pero no los puedo mandar ya que en esta comunidad únicamente hay transporte público lunes y viernes y ellos lo necesitan toda la semana”, explicó.

Agregó que hablaron con el dueño del autobús para que les diera el servicio completo, toda vez que en el pueblo otros 28 jóvenes están en la misma situación, pero les cobró ¢2.500 diarios por cada uno monto que, asevera, no están en condición de pagar los padres.

“Me angustia la situación. Sinceramente no se qué hacer pues ni nosotros como padres de familia ni ellos como jóvenes quieren seguir varados. Están perdiendo tiempo valioso”. Según López, lo peor que le puede pasar a un joven es que se frustre, y eso ya se percibe.