Punto y aparte
Urge acuerdo en educación Vladimir de la Cruz
El desastre de los resultados de bachillerato y de noveno, a finales del año pasado, sugirieron la necesidad de una nueva reforma educativa. ¿Será esto pertinente?
Si los estudiantes salen mal masivamente en las evaluaciones, justo es preguntarse: "¿De quién es la culpa?".
Tres factores entran en juego: el Estado con su Ministerio de Educación (MEP), los profesores y sus gremios, y los estudiantes.
Los administradores en materia educativa promueven, desde el MEP, un concepto de sociedad sin una visión política de largo plazo, que trascienda la de los propios gobiernos, cuyo común denominador, al parecer, es debilitar la educación pública, reducirla, y estimular la enseñanza privada en todas sus manifestaciones.
En un gobierno dieron un paquete de libros de apoyo a los estudiantes y, en el siguiente, se los cambiaron por una ayuda económica de ¢8 mil, que posiblemente se transformó, en el mejor de los casos, en comida y, en el peor, en guaro.
Por otra parte, los profesores, mediante sus gremios -ANDE, APSE y SEC-, tienen la responsabilidad de llamar la atención sobre las deficiencias de los programas y objetivos, las necesidades de infraestructura para una mejor educación, y las condiciones laborales de los docentes: sus malos salarios, bajos incentivos y desmotivación por el deterioro en el régimen de jubilación.
Y a lo anterior deberían añadir el deterioro del apoyo estatal a los estudiantes, en cuanto a comedores, transporte e implementos como útiles, libros, pizarras, tiza, buenas aulas y pupitres para todos.
Pocas veces se ve a los gremios pronunciarse sobre los problemas centrales de la educación. No tienen una propuesta de lucha nacional que involucre a estudiantes y padres de familia, y en sus propias reivindicaciones están divididos.
En cuanto a los estudiantes, el empobrecimiento real de la población es quizá el factor más importante del resultado de los exámenes. Esto es lo que hay que discutir.
Estudiantes sin libros ni cuadernos, sin apoyo material ni emocional en los hogares, no pueden desempeñar su tarea de la mejor forma.
Además, las malas condiciones en que estudian en sus casas, sin los espacios adecuados ni respeto al tiempo de estudio, o bien en los centros educativos, que no reúnen las condiciones mínimas en instalaciones físicas, aulas, pupitres y apoyos didácticos.
En el país urge un acuerdo nacional en torno a la educación, con la participación de todos los partidos políticos inscritos en el TSE, y no solo los que tienen asiento parlamentario, gremios magisteriales y sindicatos nacionales, asociaciones estudiantiles, cámaras empresariales y todas las organizaciones sociales interesadas en participar, a modo de un proceso de concertación, para fijar los derroteros que el país necesita.
Este año puede ser ideal: la campaña electoral obliga a que los partidos políticos se pronuncien en este sentido, y se les debe dar contenido a los acuerdos de la XV Cumbre Presidencial.
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