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Perspectivas
PLN: del 51 al 2005 José Meléndez
Con la anunciada decisión del expresidente Luis Alberto Monge, de salirse este mes del Partido Liberación Nacional, el escenario político sufre una de las más graves sacudidas de los últimos años. ¿Por qué? Simplemente porque don Luis Alberto es el único sobreviviente de los dirigentes que, un 12 de octubre de 1951 en Ginebra, Suiza, fundaron el PLN, junto a los ya fallecidos expresidentes José Figueres Ferrer, Francisco Orlich Bolmarcich y Daniel Oduber Quirós.
Debo felicitar a don Luis Alberto por la atinada decisión de renunciar a un PLN que parece responder más al verticalismo impuesto por los intereses y vanidades personales del expresidente Óscar Arias Sánchez, que a una estructura partidista democrática, tolerante, flexible, plural y, ante todo, con un norte definido sobre el rumbo de toda Costa Rica (y no de un grupito) en los primeros años del Siglo XXI.
El PLN de hoy es muy distinto al que mi abuela, Lela Quesada, defendió y ayudó a consolidar desde sus orígenes en la década de 1940 y del que formó parte, junto a miles de humildes costarricenses, hasta su muerte en 1994. ¿Cuál es la diferencia del PLN de hoy al de 1951, al de 1955, 1962 o 1970? En aquellos años, y con sus errores, el Partido era la vanguardia política e ideológica en la construcción de un país que, pese a los obstáculos, avanzaba hacia la modernización, mientras las naciones vecinas se debatían en dictaduras militares y guerras, con la represión como símbolo. Enfrentado a las fuerzas conservadoras que deseaban seguir atadas a un nefasto pasado de estancamiento socioeconómico, Liberación supo entender, como ningún otro partido en la segunda mitad del Siglo XX, al nuevo costarricense surgido de los hechos bélicos de 1948.
Así, el PLN colocó al país en una posición continental de privilegio, con siete gobiernos que, durante 29 años de 1953 a 1998, y pese a repudiables y denigrantes casos de corrupción y abuso de poder, llevaron salud, educación, electricidad, agua, transporte, comunicación y muchos beneficios a la mayoría de costarricenses, basado en un Estado fuerte. Aunque hoy no se requiere de un gigante estatal, también les aseguro que sin un Estado fuerte, muchas comunidades del país no disfrutarían de esos grandes beneficios y que si en las décadas de 1950, 1960 ó 1970, esas responsabilidades hubieran quedado en manos de la empresa privada, hoy no habría salud, educación, luz, agua y demás factores de progreso en gran cantidad de lugares.
¿Falta mucho por hacer? Por supuesto, pero no de la mano de un PLN en el que se hace lo que quieran Arias y su grupito.
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