|
A salvo Rodrigo Gómez, quien sufrió un accidente con su familia en Grifo Bajo de Puriscal, se recupera en la cama 35 del Hospital San Juan de Dios. Róger BENAVIDES/Al Día
|
En cuesta, sin frenos... milagro
Así ocurrió el accidente de Grifo Bajo de Puriscal Erick CARVAJAL MORA ecarvajal@aldia.co.cr
Rodrigo Gómez, de 42 años, recorre, con lágrimas, cada segundo del accidente que sufrió su familia, el domingo, en Grifo Bajo de Puriscal.
Ayer, desde la cama 35 del Hospital San Juan de Dios, este constructor y campesino asegura que Dios le está dando a su familia una nueva oportunidad.
Gómez se encuentra estable, luego de una operación en las piernas, pero su esposa, Nidia Díaz, está delicada.
Recibió un fuerte golpe en la cabeza y en las piernas. Ella también se recupera en el San Juan de Dios.
De los tres hijos, la menor, Yelixa, de 2 años, es la única que sigue internada en el Hospital Nacional de Niños. Su pronóstico es el mismo que el de su madre. "Dios mío, ¿qué hago?"Rodrigo Gómez iba para la quebrada Las Vueltas, en Grifo Bajo.
"Estaba tan lindo el día que decidimos irnos a bañar, llevábamos todo para comer allá", comenta.
Salió de su casa en Barbacoas de Puriscal, dio la vuelta para dirigirse a Grifo Bajo y cuando comenzó a bajar se dio cuenta que el auto no tenía frenos.
Durante el trayecto, hasta ese cruce, todo en el auto estaba bien. "No sé lo que pasó", dice.
El Toyota empezó a tomar gran velocidad. "Todos gritaban en el carro, era desesperante, estaba muy asustado", explica.
Adelante de ellos iba otro carro y en un intento de no chocar, Gómez dirigió el automóvil a un paredón.
"Era la única salida que tenía para detenerlo", recuerda.
A esa velocidad, cuando el carro colisionó contra el paredón, salió volando al otro lado del camino y se estrelló contra un árbol. ImpotenteEl carro quedó destruido y en las latas retorcidas quedó viva la familia Gómez Díaz.
Rodrigo solo pensaba en ayudar a su esposa e hijos, pero no podía. Estaba prensado con las piernas quebradas.
A su lado, su esposa sangraba y detrás de él sus hijos estaba atrapados.
"Pensé en salir y ayudar, pero no podía ni siquiera estar de pie", dice.
Los vecinos, temiendo que el carro prendiera fuego, lo rociaban con agua.
"El tanque de la gasolina quedó encima de nosotros, y el combustible nos mojaba, estábamos desesperados", agrega.
Liberados por la Cruz Roja, en ese momento para la familia comenzaba una nueva lucha.
"Solo le pido a Dios que ayude a mi esposa y a mi hija, ellas necesitan más ayuda que yo. Están muy malitas", enfatiza.
Aferrado a la vida
Rodrigo Gómez tiene 42 años y siempre ha vivido en Puriscal.
Se casó con Nidia Díaz, con quien tiene tres hijos, Joan, de 11, Yelixa, de 2, y Nathalia, de 8.
Se dedica a las labores de construcción, pero este principio de año lo inició sin trabajo.
El carro destruido anteayer en Grifo Bajo de Puriscal era propiedad de su esposa.
"Estamos pasando por una situación difícil, sin trabajo y ahora se viene este accidente", comentó.
Gómez dijo que el carro estaba bien, en perfectas condiciones.
Con tantos accidentes y tragedias que habían ocurrido en diciembre, Gómez tenía un presentimiento.
"Sentía algo, estaba asustando con tantas cosas malas que estaban pasando en el país, incluso, la noche antes del accidente lo comenté con mi esposa".
Gómez le pide a los conductores que tengan cuidado que revisen bien sus carros antes de salir.
Según datos de la Cruz Roja, del 24 al 2 de enero, murieron en las carreteras 10 personas por colisiones, atropellos y vuelcos.
"Debemos tener un mayor cuidado al volante. Soy una persona sin vicios, pero se de muchos que conducen, incluso, en estado de ebriedad", dijo.
Acostado, en la cama 35 del salón de Cirugía del Hospital San Juan de Dios, espera ansioso su salida para poder estar al lado de su esposa y de su hija.
"Ellas ahora me necesitan, tengo que recuperarme lo antes posible", comentó.
|