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Perspectivas
Un milagro para el 2005 Santiago Manzanal Bercedo
Para estas fechas, ya todos hemos elaborado balances y pronósticos: los existenciales, ésos que competen en exclusiva a la vida de cada quisque, y los de la sociedad que marca nuestra andadura.
El que más y el que menos ha hecho sus pinitos de contador y profeta, acompañados de los inevitables desencantos, arrepentimientos, buenos propósitos, esperanzas y temores. En fin, lo de siempre.
Se fue el 2004, un bisiesto que, en muchos aspectos, ratificó la mala fama de esos años con febreros de 29 días. ¡Bah!, cosa de supersticiosos, aunque dicen que éstos se dividen en dos: quienes lo reconocen sin reparos y quienes juran que no lo son.
Y, detrás de uno, otro, el 2005. De ahora en adelante, allá cada cual con su pellejo y su alma... y mucha suerte. Los individuos labran su destino y ahí nadie debe inmiscuirse.
Donde sí habrá que meterse hasta el cuello es en el rumbo de este país durante los próximos doce meses. Que se nos quiebre la bola de cristal, pero, con los antecedentes del año pasado, ni una sonrisa para éste. Bueno, de vez en cuando ocurren milagros como el protagonizado recientemente por el Ministerio Público.
¿Milagros? Sólo uno y enorme se necesita para el 2005: que la Asamblea Legislativa funcione y abra, en vez de las puertas, las entendederas. ¿O no?
El habitual despelote del Congreso -el de hoy y el de casi siempre-, con sus infaltables y pintorescos personajes, la irritante irresponsabilidad de algunos, la hilarante prepotencia de otros y los secos caletres de muchos, ha sido uno de los mayores obstáculos para el desarrollo de este país. Así lo enseña el talante político de las últimas décadas.
Y, de remate, varios artículos de un mísero reglamento cierran a cal y canto el círculo vicioso que tiene de rodillas a toda una sociedad. Al final de cuentas, nos manejan seis o siete diputados de los partidos más pequeños.
Ahí está la nueva definición de democracia para que los niños la aprendan bien en las escuelas: "La democracia es el gobierno de la minoría". Eso sí, enséñenles que en política, a diferencia de las Matemáticas, el orden de los factores altera el valor del producto.
Sólo ese milagro para el 2005. Para lograrlo, se necesita Dios y ayuda... la ayuda de toda la corte celestial. Ni más ni menos.
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