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Viernes 01 de diciembre, 2006, San José, Costa Rica.
 

Siete horas de felicidad vivieron en el Puerto

¡Fiesta riquísima!

Puntarenas ayer colapsó de alegría, todo el pueblo salió a festejar el cetro

Juan Diego Villarreal

Puntarenas. Llanto, gritos, lágrimas, sonrisas, aplausos.

Fue un solo sentimiento, una sola alegría.

Un pueblo se tiró a la calle acompañado por un país que al unísono celebró el título del torneo de Clubes de la UNCAF del Puntarenas FC.

Algunos, como Gilberto Coronado, madrugaron. A las 7 a.m. se enrumbó con su hermano y sus sobrinos al aeropuerto Juan Santamaría donde recibió a los campeones del área.

Sin entrenar

Los porteños tenía previsto entrenar ayer a las 4 p.m., pero tras el interminable viaje no tuvieron otra opción que ir a descansar para preparar hoy el juego ante Cartaginés.

“La fiesta fue riquísima, amanecimos en la calle. Como estoy incapacitado aprovechamos para festejar hasta el amanecer”, nos contó mientras sostenía con gran orgullo una enorme bandera anaranjada y blanca.

Otros como William Rodríguez, no tuvieron la dicha de ir al aeropuerto, por eso desde temprano con sus sobrinas tomó el autobús para ir al estadio donde esperó a los campeones.

William al igual que cientos de porteños aguantaron hambre y calor en la gradería de sombra del Lito Pérez, pero los chuchequeros no llegaron, pues la inmensa caravana hizo que el viaje fuera interminable y a las 5:30 p.m. regresó a Esparza con el dolor en el alma, de no haber visto a sus héroes chuchequeros.

De Alajuela al puente sobre el río Barranca fueron dos horas, pero desde el Cruce de Barranca hasta el centro de Puntarenas fue una eternidad.

La caravana naranja y blanca se perdía de vista. Desde Palmares se observaron los aficionados a la vera del camino y en San Ramón la lluvia saludó a los campeones hasta llegar a Esparza, donde de nuevo brilló el sol.

Cientos de jóvenes en bicicletas tomaron las calles y flanquearon el autobús que transportaba a los monarcas, lo que hacía el paso lento mientras los seguidores areneros pedían autógrafos en camisetas, papeles y gorras.

Todo el mundo salió al paso de los porteños, nadie quedó en casa y nadie cabía en las angostas carreteras puntarenenses.

Hasta el Colegio Técnico Profesional de El Roble suspendió las lecciones y sus alumnos con tambores y gritos saludaron a los pupilos de Luis Diego Arnáez.

El capitán porteño, Roberto Wong, en en el parabrisas delantero del autobús sostenía el trofeo que los acreditaba como los mejores del área, para mostrarlos a todos los porteños que salieron a ondear sus banderas sin parar.

Todo fue fiesta, no importó el tedioso y largo camino hacia Puntarenas centro, los rostros de admiración y los besos acompañaron a los pupilos de Luis Diego Arnáez, que nunca olvidarán el recibimiento de sus seguidores.

La noche sorprendió a los aficionados celebrando de nuevo, al igual que la del miércoles, porque es algo para nunca olvidar.

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Cientos de jóvenes en bicicleta, siguieron el recorrido de los campeones a su paso por Puntarenas.
Abelardo Fonseca /Al Da

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El colegio de El Roble se tiró a la calle.
Abelardo Fonseca.

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Un mar de gente rodeó a los porteños, a su paso hacia el centro de Puntarenas.
Abelardo Fonseca.

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Con carteles y banderas celebraron.
Abelardo Fonseca.

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Los niños del kinder de Riojalandia no se quedaron con las ganas de gritar: ¡Puerto, Puerto! a los jugadores.
Abelardo Fonseca.


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