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Mariachi sin fiesta

Hernán Medford se despidió del Saprissa con empate agridulce frente al Santos

El sonido del mariachi sonó desafinado para los oídos del técnico Hernán Medford.

Después del 1-1, contra Santos, no había motivos para irse muerto de risa a despedirse de sus jugadores. Un sentimiento de insatisfacción invadió al nuevo técnico de la Selección y sus jugadores no escaparon al sinsabor de un empate de poquísima alegría.

En el túnel que lo conduciría por última vez al camerino morado, Medford se despidió improvisadamente de sus jugadores. Uno a uno les fue tocando la cabeza en señal de agradecimiento por tres años de éxitos (dos títulos nacionales, uno de CONCACAF, uno de UNCAF y un tercer lugar en el Mundial de Clubes).

Mientras tanto, el mariachi seguía sus tonadas, pero Hernán le prestaba poca atención.

No se detuvo a disfrutar las rancheras, pero sí lo hizo para saludar a “La Ultra”, que a todo galillo le cantaba: “Noooo, no se va, no se va, Medford no se va”.

En un día de fuertes emociones el entrenador se guardó bastante bien su sentimiento, aunque sí reconoció que más de una lágrima recorrió su rostro antes y después del partido. Los hombres también lloran y el técnico lo reconoce sin guardarse lo que siente.

Eso sí, por ahí le quedó la espinita clavada por haber sido el foco de atención de una fiesta agridulce en su despedida del Saprissa, pese a que todo pintaba para que la tarde soleada se llenara de sonrisas, sin elementos en contra.

El “Pelícano” vivió un juego tranquilo y sin grandes aspavientos. Esta vez lo hizo con una gorra negra, con la banderita de Costa Rica, que le puso Jorge Alarcón, quien igual le entregó una camiseta enmarcada que traía la firma de todo el plantel. Mismo obsequio recibieron Óscar Ramírez y Marcelo Tulbovitz, quienes serán su mano derecha en la Tricolor.

En el banquillo, Hernán se mantuvo a bajas revoluciones porque, según dice, en los últimos días ha tenido la presión arterial un poco alta. Se reposó un poco.

Observó la mayoría del partido sentado. El primer tiempo en una esquina de la banca, el segundo en las sillas del centro. Se encogió cuando un cabezazo de Centeno se fue cerca del marco de Pablo Camacho y brincó con el gol de Alonso Solís, quien primero buscó a Tulbovitz para el festejo. El abrazo a Medford quedó para después, pero efusivo al fin y al cabo.

Antes de su adiós muchas imagenes de alegría y tristeza le pasaron por su mente. Algunas de estas se vieron también en la pantalla gigante del Ricardo Saprissa, mientras sonaba la canción “We are de champions” del inmortal Freddy Mercury.

Medford estuvo 1.323 días al frente del Saprissa, desde el 23 de marzo del 2003. Dirigió 206 juegos entre Primera, UNCAF, CONCACAF, amistosos y Mundial de Clubes, con balance de 114 triunfos, 58 empates y 34 derrotas. Su equipo anotó 339 goles y recibió 201.

En promedio dirigió un partido cada seis días y medio. Ganó cada once días y medio, y perdió cada 39 días, también en promedio. Anotó un gol cada cuatro días y le anotaron cada seis días y medio. Ganó un punto cada tres días.

En lo más alto Mejor se muerde. Medford se mantuvo tranquilo en el banquillo, pero por tramos estuvo que se lo llevan los diablos. Afectuosos. La afición aprovechó el momento para despedirse del técnico que tan buenos frutos, nacionales e internacionales, les dio a lo largo de tres temporadas. Jugaron mal. Hernán mostró su inconformidad por el mal juego de sus muchachos, quienes no convencen en el Apertura. Recuerdos. El capitán José Francisco Porras le entregó unos presentes al nuevo entrenador de la Selección.