Esquina del cacique
El rostro del terror Leonel Jiménez Periodista
Que el fútbol es una pasión tica, nadie lo pone en duda, tampoco que es una relación de amores y desilusiones. Sabemos de gente que llega con su mochila cargada de problemas y los desahoga en el estadio, pero de eso al salvajismo, la locura y la agresión, hay una gran diferencia.
El terrorismo y la violencia que se empleó en el Morera Soto, es insoportable y terrible. Esa batalla campal dejó secuelas y consecuencias dolorosas. En el recuento de los daños, está el bochorno y la vergüenza nacional, el ridículo y la pena internacional, además la sanción de seis meses al estadio liguista.
Hubo enfrentamientos a piedras y palos entre la policía y los agitadores, heridos en la Guardia Civil y fanáticos, cinco millones de colones de multa, destrozos de algunos bienes del estadio, la salida del técnico Carlos Restrepo y su preparador físico, sanción económica a los jugadores Michael Rodríguez y Windell Gabriels.
Un juego que se perdía 2-1, los desadaptados sociales lo convirtieron en un 3-0, solo un milagro hará que la Liga siga vigente hacia el torneo de la CONCACAF y hasta una posible asistencia al Mundial de Clubes.
Hubo la renuncia del gerente general don Francisco Aguilar, y una “catizumba” de insultos y cánticos inmerecidos contra la junta directiva rojinegra.
Ahora, parte de la barra liguista se disculpa, entona el mea culpa, y hace votos de cambio. Pero la suerte está echada en el Morera Soto, no más ultras, no más garras, no más “doce”.
Creo que la gran mayoría de la familia costarricense aplaude esta asepsia de las gradas del templo deportivo. ¿Lo seguirán otros equipos nacionales?
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