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 Nacionales Domingo 10 de junio, 2007, San José, Costa Rica.
 

Las viejas salas de la capital siguen en el recuerdo de los ticos

Sin pantallas, carteleras ni butacas...

Se convirtieron en restaurantes, talleres, “cajones” vacíos y guaridas de indigentes

Alejandro Arley Vargas

El olor a heces y orines me arrebató de inmediato el grato recuerdo de la primera vez que vi una película de dibujos animados en el cine California. Sin techo, pantalla, butacas ni magia, el lugar no es ni la sombra de lo que fue hace dos décadas.

Desmantelado por indigentes y lienzo predilecto de los artistas del graffiti, el California es uno de muchos cines que murieron en San José y ahora sus “cajones” vacíos solo evocan nostalgia.

Admito que por asuntos de edad, no vi grandes clásicos en los cines capitalinos de antaño, pero los recuerdos me sobran como para mirar con mucha tristeza las cortinas de hierro sobre las antiguas marquesinas.

“En el Universal vi los Cazafantasmas, mi hermanillo Andrés me llevó al Moderno a ver la primera de Batman en la que Jack Nicholson hizo del Guasón, en el Colón, las Tortugas Ninja y en el Bellavista, La Guerra de las Galaxias” le digo a “Chepe” Rivera, fotógrafo de este diario.

“¡Qué güila!”, me responde, cámara en mano y muerto de risa, porque se acuerda de las películas del Santo que veía en el Coliseo.

Solo el recuerdo

Es mediodía de jueves. El antiguo Bellavista en vez de filmes de acción o dramas, exhibe candados. En el Capri no nos dejan entrar, pero alcanzo a ver las butacas que sirven de asiento a quienes asisten a los cultos religiosos.

Unos minutos después llegamos al centro de San José donde el pollo, hamburguesas y las pizzas, reemplazan a los éxitos del sétimo arte que se pasaban todos los días en los cines Rex y Palace.

Las inolvidables actuaciones de Brando, Pacino y Duvall en “El Padrino”, la crudeza de “Pelotón”, de Oliver Stone, y los gritos demoníacos de Linda Blair, en “El exorcista”, quedaron encerrados en paredes donde hoy se piden combos a lo grande.

Nos vamos a las calle 10 y 12 para ver lo que queda de dos de las salas más viejitas de la capital.

El Líbano tiene pantallas, pero son las de los televisores que reparan en un taller. El Coliseo existe, pero solo en la memoria de “Chepe”, porque yo solo puedo ver un lote abandonado a su suerte.

La ruta nos lleva hasta el Paseo Colón, donde el Universal pasó de ser un protagonista a testigo mudo. ¡Y yo todavía pensando en los benditos Cazafantasmas!

Muy cerca de ahí, en el Centro Colón, los portones cerrados anuncian que que ya no hay cines. Murieron como todos los demás.

Dijeron adiós

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De los más conocidos

El Palace, por estar frente al Parque Central de San José, era uno de los más populares. Archivo GN.

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Lo alquilan para comidas rápidas

Actualmente, las empresas de comidas rápidas alquilan el local como Mall. Foto: José Rivera.

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1989, Tiempos del 007

En la época dorada del los Cines Capri 1 y 2, la gente llenaba la acera para ver al agente James Bond. Archivo GN.

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Entre rezos y humo

El Capri ahora es utilizado para actividades religiosas y en frente paran buses. Foto: José Rivera.

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“Conan” lo reinauguró en 1984

La película “Conan el defensor” sirvió para reinaugurar el cine California hace 23 años. En ese entonces así lucía la fachada. Archivo GN.

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Se lo roban por partes al California

Hoy, el abandono es total. Alberga indigentes que se roban partes de hierro para venderlas. Foto: José Rivera.

El más viejo sobrevive en plena capital

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El teatro Variedades fue inaugurado en 1891.
José Rivera

Su fachada, los tres pisos de butacas y los pasillos trasladan de inmediato al siglo XIX. En 1906 fue el primer sitio donde se realizaron proyecciones cinematográficas.

Aunque hoy dan Spiderman o Piratas del Caribe, en el Variedades todavía se escucha a Melico Salazar en su debut o reviven las imágenes de películas antiguas. Es el más viejo de todos, pero sigue en pie, como un roble. “El secreto está en adaptarlo a los tiempos modernos y mantenerlo como algo familiar”, aseguró José Rodríguez, uno de los administradores.

Para no tener un fin como el de otras salas, ahora en el Variedades, además de las películas taquilleras, hay teatro y hasta conciertos. “Ya estuvo el grupo Malpaís a los que les encantó la acústica, La Media Docena, El ‘chou’ de los atómicos y queremos a muchos más”, añadió.

Como cine, el Variedades cumple con los requisitos de cualquiera de los malls. “Tiene la misma tecnología en sonido e imagen”, afirmó Rodríguez.

A la sala le instalaron luces nuevas y hacen otros arreglos.

El cine Magaly lleva tres décadas en pie

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El próximo año el Magaly cumplirá tres décadas.
José Rivera

El 17 de julio de 1978, la película “Momento de decisión”, inauguró el Cine Magaly, uno de los pocos que sobrevivió a la “mallmanía”.

El chineado de la empresa CCM Cinemas tiene exhibiciones diarias, pero además se utiliza para funciones especiales y estrenos .

Carlos Marín, gerente de mercadeo de la compañía, sostiene que a diferencia de otros cines, el Magaly supo adpatarse y reinventarse.

“Es el emblema de la empresa, hemos invertido en tecnología e instalaciones para que sea una sala moderna y cómoda”, dijo.

Para Marín, luego de la crisis de los ochenta el repunte de la industria es notable.

“Este año es especialmente bueno en ingresos porque viene una producción taquillera tras otra. Spiderman, Piratas del Caribe, Shrek, en fin la oferta es amplia”, expresó Marín.

“Cuando vi que los cerraban, fui a todos”

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Los cines Universal, en el Paseo Colón, y Bellavista, en Cuesta de Moras, eran de los preferidos por el público.
José Rivera

Tenía 18 años y cédula en mano. Entre risas confiesa que con tal de ir a todos los cines, antes de que los cerraran, “se tiró” hasta un película roja en el Center City.

Erick Fallas, conocido crítico de cine, comentó que la pasión por el sétimo arte y su afición a las salas antiguas le hizo organizar un singular recorrido.

“Eran finales de los 80 y ya era mayor de edad. Recuerdo que vi películas malísimas solo o con amigos, pero lo que valía la pena era estar ahí sentado. También fui a salas que se ubicaban fuera del centro, en Alajuelita, Hatillo y Sagrada Familia”, expresó.

¿Por qué murieron?

Los cines capitalinos fallecieron por varias causas, según Fallas. “Primero fue el auge del Betamax y el VHS, que debilitó mucho la asistencia a las salas”, afirmó.

El crítico añadió que, posteriormente, la inseguridad en San José, sobre todo en las noches, y la falta de parqueos, incrementó el problema y perjudicó a las que se instalaron en el centro josefino. Para Fallas, la estocada final a los cines fue la aparición de los malls a mediados de los años 90.

“Mi favorito era el Rex. Recuerdo que en él vi El Padrino, La Guerra de las Galaxias y Terminator 1 y 2”, recordó. Pensar en otros cines también lo llena de nostalgia. Vio Los Diez Mandamientos en el Capri, Pelotón en el Palace, Ben Hur y E.T. en el Colón y Supermán en el Universal.

El Ideal, Lux, Real, Moderno y Capitolio también fueron parte de sus visitas.

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El cine Líbano, en San José, ahora es la sede de ventas de repuestos y hasta un taller de reparación de artefactos eléctricos. A pocos metros queda el lote baldío del Cine Coliseo.
José Rivera

Foto: 1615763
El cine Capitolio se llenaba.
Reproducción Róger Benavides

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