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Las soluciones aún no se miran Limón se está cayendo a pedazos Una de las provincias más bellas del país es consumida, lentamente, por la pobreza y el descuido de quienes tienen el poder Ronny Rojasronnyrojas@aldia.co.cr Indigencia, basura, pésima infraestructura, desempleo, pobreza, abandono e inseguridad. Limón se está cayendo a pedazos. El cantón Central es una zona menesterosa que refleja la situación del resto de la provincia. Basta caminar por el Parque Vargas, para darse cuenta que desde hace muchos años este sitio dejó de existir para quienes ejercen el poder en Costa Rica. Decenas de indigentes duermen en cualquier rincón, vagan por las calles y acosan a los turistas para obtener una moneda. El kiosco se pudre ante la vista y paciencia de todos; sus columnas están machadas por la humedad y lo que queda del techo está a punto de desplomarse.
La basura se almacena en las esquinas y no existen proyectos turísticos significativos o grandes empresas que ofrezcan nuevas fuentes de trabajo. Los barrios de la periferia asemejan un país en guerra. Estrechas calles de lastre, sin aceras, lotes baldíos encharralados, aguas negras estancadas, niños descalzos jugando y casas a punto de caer, todos juntos bullen en el sopor de un insoportable calor (por el cual a nadie se puede culpar). Datos escalofriantes El cantón Central de Limón, según el informe Estado de la Nación, posee uno de los índices de vulnerabilidad infantil más alto de Costa Rica (44,5) y el segundo peor índice de seguridad ciudadana (0,381), solo superado por el cantón Central de San José (0,287). La zona Atlántica alberga a 12.171 desempleados, el 9% de la población desocupada del país. Este porcentaje supera el promedio nacional, que es del 6%, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). Limón es también la provincia con más casas sin cobertura de agua (29,2 por ciento), y la tercera con mayor deserción estudiantil en secundaria (14,3 por ciento). “Limón agoniza, tiene hambre y sed de justicia, sus habitantes necesitan trabajo y desarrollo con políticas claras de parte del Estado. Pero el Estado dejó de invertir allí hace muchos años”, manifestó la defensora de los Habitantes, Lisbeth Quesada. “Esto ha sido un asunto progresivo, producto del descuido y de creer que gastar e invertir es lo mismo”, agregó la funcionaria. Según el INEC, 69.116 viviendas ocupadas en la región Atlántica se encuentran en estado regular o malo y 1.829 son precarios. Mientras tanto, irónicamente, la Contraloría General de la República, indica que el IMAS no ejecutó ¢1.806 millones del presupuesto asignado para el 2005. A la espera de soluciones A simple vista, parece que las soluciones para la tierra del calypso y el pan bon no están a la vuelta de la esquina o son propuestas paliativas, nada más. El alcalde de Limón, Eduardo Barboza, contó que en dos meses firmará un convenio con la Iglesia Católica para crear un centro de atención a indigentes. Y espera un aporte de ¢70 millones por parte de Japdeva para recuperar el parque Vargas. Según Barboza, al año pasado, antes de su llegada a la Alcaldía, Japdeva aportó “varios millones” para reparar el parque, pero el trabajo “no tuvo un final feliz”. El alcalde acogió como suyo el proyecto Limón Ciudad Puerto, propuesto por el Gobierno, y espera que le ayude en su gestión. Ayer, el ministro de Coordinación Institucional, Marco Vargas, prefirió no referirse al asunto y dijo que atenderá a Al Día en una entrevista la próxima semana. “El gobierno tiene un planteamiento serio para Limón. Pero no quiero darle una respuesta superficial antes”, dijo Vargas. En el 2006, el Gobierno presentó el Proyecto de Desarrollo Integral de la Provincia de Limón, que se compone de programas de acción social, modernización de los puertos de Limón y Moín, y el proyecto Limón Ciudad Puerto. El ministro de Educación, Leonardo Garnier, cree que los habitantes de Limón cayeron en un estado de resignación que les impide combatir sus problemas. “Hay que dar tres golpes para generar esperanza. Inversión, educación y la otra, que es la más difícil, cambiarle el estado de ánimo a la comunidad limonense para que se asuma como dueña de su destino y que sepa que si es posible mejorar”, dijo Garnier. La semana pasada, el periódico La Nación publicó que los empleados de Japdeva reciben beneficios y sobresueldos que duplican el monto de lo que esa entidad destina al año en el desarrollo social de la vertiente del Caribe. Japdeva fue creada en 1963 para, entre otras cosas, promover el desarrollo de la provincia limonense. Pero parece que los resultados no fueron los esperados. No obstante, Danny Morris, el gerente portuario de Japdeva, asegura que la entidad sí ha cumplido con el desarrollo de la zona. “Los gobiernos no debieron confiarse solo en Japdeva. El desarrollo de Limón no solo depende de nosotros. También invertimos en equipamiento e infraestructura de los puertos, y no podemos dedicar todo el dinero al desarrollo social”, indicó. Habrá que esperar, para comprobar si el gobierno de Óscar Arias podrá hacer la diferencia.
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