Pido la palabra

Pluma y espada

Cada vez que un medio de comunicación cierra, fallece una parte de la voz del mundo.

Hugo Chávez, emperador de Venezuela, dejó morir de anemia la licencia de la televisora RCTV, después de 53 años al aire.

En su lugar, fundó otra más “equilibrada” (léase sumisa y afín; integrante del coro de los “sí jefe inteligente y culto), cuya línea editorial la dictará un consejo. Si adivina leal a quién, se gana un pasaje al edén del petróleo.

Las críticas son más molestas que un zancudo en la oreja. Él piensa que es el cliente y siempre tiene la razón.

Chávez palpa bien el ajedrez.

El supremo es Fidel Castro, quien, con o sin intestino, domina la escena, seguido del mismo Chávez en el liderazgo de este populismo. El grupo de alabanza lo completan Evo Morales, Bolivia; Daniel Ortega, Nicaragua; y Rafael Correa, Ecuador.

Cuba arremetió esta semana contra los corresponsales de prensa extranjeros por “distorsionar” la realidad. Tras el cierre de RCTV, Venezuela acusa y amenaza a Globovisión, única televisora independiente que sobrevive, y Ecuador intimida al diario La Hora por publicar un titular de censura a Correa. Por algo Napoleón respetaba más la fuerza de la pluma que la de la espada.

Y peores cosas vendrán. Solo que algunos no desean ver y les atrae la posición del avestruz.