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 Nacionales Domingo 16 de septiembre, 2007, San José, Costa Rica.
   

Se calcula que 80 mil ticos residen en EE. UU.

En busca del sueño americano

Pese a control migratorio y nuevas leyes contra indocumentados, miles se embarcan en un viaje que les cambie la vida

Ronny Rojas

Princeton/Nueva Jersey.- Mañana miles de estudiantes retornarán a clases en la Universidad de Princeton, Nueva Jersey, tras las vacaciones de verano.

Al reanudarse el curso lectivo en la que es catalogada como la mejor universidad de Estados Unidos, también comienza el ajetreo para decenas de comerciantes locales; entre ellos, Ammel De Bernard, un inmigrante costarricense, que a pesar de su nombre y apellidos, se crió entre Zapote, Hatillo y barrio La Cruz, y viajó a Estados Unidos como “mojado” en 1993.

$300 millones

Según una investigación del Banco Central, en el 2005 los costarricenses en Estados Unidos enviaron remesas por $300 millones.

Aquí hay de todo: gringos que lo discriminan a uno por ser latino y otros que lo tratan bien”,

German Mata, tico en Brick.

“Para muchos ticos la situación en Estados Unidos se ha vuelto más difícil, muchos no salen a la calle por miedo”,

Alejandra Solano, cónsul en NY.

“El tico es muy audaz e inteligente. En cualquier lugar del mundo que haya un tico, le va bien”,

Ammel De Bernard, tico en NY.

De Bernard, de 36 años, es el dueño de “Tico's”, un pequeño pero concurrido local de comidas, situado en el corazón de Princeton, donde vende desde ensaladas y sandwiches, hasta arroz y frijoles con salsa Lizano.

El es uno de los muchos costarricenses que vinieron a Estados Unidos para cumplir el famoso “sueño americano”. Y hasta el momento lo ha hecho bien.

“Pero no ha sido fácil”, replica Ammel, quien durante estos años ha laborado cortando zacate, lavando platos, cocinando pizzas y hasta como cajero en un parqueo, trabajo que le permitió conocer a su esposa, Renné, una contadora estadounidense con quien se casó en febrero del 2001, y con quien tiene dos hijos, Nicholas, de cuatro años, y Peter, de ocho meses.

“Los ticos son muy audaces e inteligentes y siempre toman ventaja de las oportunidades; eso se nota en Estados Unidos.

“Aunque uno de los problemas es que muchos vienen y no aprenden a hablar inglés. Pero el que aprende inglés, siempre sale adelante”, cuenta De Bernard.

De los Santos y PZ

Tal y como lo hizo Ammel, miles de ticos viajan ilegalmente a Estados Unidos cada año, con la esperanza de trabajar y mejorar su situacion económica. Algunos, como De Bernard, se quedan y no regresan, pero la mayoría permanece, en promedio, cinco años, antes de volver a suelo costarricense, de acuerdo a un estudio del Banco Central en el 2005.

Esa investigación señala que los costarricenses en ese país representan el 2 por ciento de la población de Costa Rica, que para el 2004 eran unos 80 mil personas.

Según datos del Centro de Población de la Universidad de Costa Rica, el 50 por ciento de los ticos en Estados Unidos reside principalmente en California, Florida, Nueva York y Nueva Jersey.

No obstante, la mayoría está concentrado en Nueva Jersey, el estado mas rico de Estados Unidos, en pueblos como Trenton, Summit, Paterson y Boundbrook.

La mayor parte de inmigrantes ticos provienen de los Santos, Pérez Zeledón y comunidades alajuelenses, como Palmares, Naranjo, Sarchí y Grecia.

Aumentan los obstáculos

Pero las cosas en el llamado país de las oportunidades implican dificultad para los inmigrantes ilegales, quienes deben vivir en las sombras, ante el temor a ser deportados.

Con esto coincide Alejandra Solano, cónsul de Costa Rica en Nueva York, la sede diplomática que atiende a la colonia de ticos más grande en el extranjero.

“Muchos no salen de sus casas por temor, trabajan largas jornadas y no tienen momentos de recreación. Para ellos es muy frustrante”, indicó Solano.

Tras los ataques terroristas del 11 de setiembre del 2001, los controles migratorios en Estados Unidos se han vuelto mas severos y es común escuchar, en las estaciones de radio, comentarios negativos contra los inmigrantes.

El 4 de agosto pasado, el asesinato de tres estudiantes universitarios en Newark, Nueva Jersey, a manos de varios pandilleros ilegales, provenientes de Nicaragua, Perú y Honduras, reavivó los ánimos en contra de la población indocumentada, e hizo que las autoridades estatales aprobaran una ley que obliga a los policías a revisar el estatus migratorio de los extranjeros que detienen, algo que antes solo hacían las autoridades migratorias.

De acuerdo con Alejandra Solano, el consulado recibe entre dos y tres notificaciones por semana, de ticos que son rechazados por las autoridades en los aeropuertos locales –principalmente el Newark Liberty– a pesar de que viajan con su respectiva visa de ingreso a Estados Unidos.

German Mata, un inmigrante oriundo de Rivas de Perez Zeledón, quien llegó a Estados Unidos hace 20 años y hoy es residente legal, afirma: “uno se acostumbra a las condiciones económicas de este país. Ahora está más duro para vivir tranquilo, pero si la gente trae un buen propósito, vale la pena el esfuerzo por llegar acá”.

Así, las nuevas leyes más severas y el incremento de los controles migratorios, parecen no desmotivar a los ticos a emprender ese ya casi legendario viaje hacia el sueño americano, el mismo que Ammel de Bernard y muchos otros hoy están cumpliendo.

Casi 70 por ciento de ticos en EE. UU. envía dinero

Foto Flotante: 1728777

De acuerdo con datos del Banco Central (BCCR), los costarricenses que viven en Estados Unidos, enviaron al país durante el 2005, remesas por un total de $302.630.400. Esto es casi $60 millones más que en el 2003.

Un estudio realizado por la investigadora Erika Chaves Ramírez, del área de Balanza de pagos del BCCR, señaló que desde Estados Unidos provienen unos $75,6 millones trimestralmente. Esto representa el 76 por ciento del total de las remesas enviadas al.

Dicha investigación indica que los costarricenses que viajan a trabajar a Estados Unidos, principalmente como ilegales, se encuentran en edades “muy productivas”, y que la mayoría decide hacerlo después de cumplir los 25 años.

Alejandra Solano, cónsul de Costa Rica en Nueva York, señala que, en su mayoría, los ticos que residen en Nueva Jersey (la colonia costarricense más grande en el extranjero), provienen de zonas rurales y en general, poseen una grado de escolaridad medio-bajo.

Según datos del Departamento de Seguridad del Estado (DHS por sus siglas en inglés), entre 1997 y el 2005, un total de 13.325 ciudadanos costarricenses obtuvieron su permiso de residencia permanente en los Estados Unidos.

Por lo legal

German Mata, un inmigrante oriundo de Rivas de Pérez Zeledón, es uno de ellos, y asegura que eso le ha permitido vivir más tranquilo y tomar decisiones que no habría tomado si fuera ilegal, tal como comprar una casa en Brick, Nueva Jersey, donde vive con su familia.

“Aquí hay muchas oportunidades y hay que aprovecharlas”, dice Mata.

Un nombre muy familiar

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En 1987, Ammel de Bernard se graduó como tallador de madera en el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), pero no pudo encontrar un trabajo estable en ese campo y terminó laborando en un casino, antes de decidir que su futuro estaba al norte del Río Grande.

“En Costa Rica yo iba por mal camino”, cuenta Ammel, cuyo apellido es la única herencia de su padre, de nacionalidad egipcia.

En Estados Unidos aprendió a restaurar muebles antiguos y durante varios años tuvo su propio taller, hasta que en el 2005 vendieron el edificio donde operaba y no pudo seguir trabajando.

Con el apoyo de su esposa, Ammel invirtió sus ahorros y abrió “Tico's” en julio del 2006, además de un exitoso servicio de catering.

“Este es el principio de algo grande. No me voy a conformar con esto. Aquí, si usted viene, trabaja duro y es honesto, puede llegar a ser el dueño del mundo”, afirma sin empacho.

El nombre del local fue idea de su esposa, Renné, así como el logotipo que lo identifica: un pequeño mono cariblanco.

“Muchos de mis clientes saben que a los costarricenses nos dicen ticos, pero no asocian el nombre y creen que yo me llamo Tico”, asegura este amante del atletismo, quien ha corrido la maratón de Nueva York en varias oportunidades.

Vive con su familia en Hamilton, un pueblo cercano a Princeton, y aunque regresar a Costa Rica no está en sus planes inmediatos, cuenta que hace poco comenzó a pensar en la posibilidad de retirarse en Tiquicia.

Pero el sueño americano de Ammel apenas inicia. “Este negocio me ha dado valor para hacer más cosas En diez años posiblemente ya no estaré aquí, con este negocio, sino en algo más grande”, afirma.

Un tico-neoyorkino

Foto Flotante: 1728776

Eduardo Casares es otro costarricense que salió de su país para cumplir sus sueños y hoy mira hacia atrás con mucha satisfacción lo que ha logrado.

Casares, de 42 años, vive en Nueva York desde hace 25 años y actualmente es profesor de antropología social en The City University of New York.

Reside en un apartamento en la calle 57, y, según dice, tiene a su disposición lo mejor de la ciudad de Nueva York: teatros, parques, cines y numerosos centros culturales.

“Costa Rica es muy bonito y a mí me encanta ir a pasear, pero hay muchas cosas que allá simplemente no son posibles y que solo en esta ciudad se pueden obtener”, dice Eduardo, un fanático del arte y los viajes.

En Nueva York también residen sus padres y varios hermanos, por lo que, según comenta, nunca se siente lejos de Tiquicia.

Foto: 1728765
Róger Romero (primer plano), de 36 años, y Junior Robles, de 21, los dos de Pérez Zeledón, trabajan cambiando techos y paredes al sur de Nueva Jersey. Romero vive en EE. UU. desde hace ocho años y Robles llegó al país en enero del 2007.
Ronny ROJAS.

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