Antonio ALFARO
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Por momentos parecía que Carl Davis le daba golpes a un muro de cemento.

El panameño Luis Andrés “El Leñador” Pineda aguantó todo. No tiró muchos golpes, pero ahí estuvo, firme, de pie, sin moverse mucho, fácil blanco, pero inquebrantable, esperando el momento para desquitarse de Carl Davis con un potente derechazo. Tiró menos que el tico, pero cuando lo hizo incluso logró lastimarlo en la ceja derecha.

“Eso le pasa a cualquier boxeador”, expresó el limonense, consultado al final de la pelea sobre el daño sufrido y cuán difícil le resultó la pelea, tratándose de un boxeador que suele acabar a sus rivales en los primeros asaltos. “No hubo ningún momento difícil”, aseguró el tico.

Su triunfo quizás nunca estuvo en peligro, por puntos la tenía más que ganada, pero debió pelear hasta el final de los diez asaltos y recibir los mejores golpes del “Leñador” en los segundos finales. El intercambio de golpes terminó en un cuerpo a cuerpo con Davis abalanzado sobre el panameño y los dos fueron a dar al suelo justo cuando sonó la campana.

Las “esquinas” corrieron a levantarlos, quizás por puro orgullo, porque la pelea había finalizado y no quedaba duda del triunfo de Davis. Fue quien llevó la iniciativa y pegó más golpes, pese a que su rostro, de párpados inflamados le hubiese hecho creer a cualquiera que no vio la pelea, que había sido Davis el derrotado.

Esta vez no le tocó un “paquetazo”, sino un hombre que supo pelearle con un estilo monótono, aguantar, aguantar, lanzar un golpe, esperar el momento.

La pelea 25 de Davis, con igual número de victorias, tuvo algunos asaltos poco emocionantes, como reflejó el público con algunos silbidos, pero al final sirvió para que el tico tuviera un reto. “Vamos a seguir hacia el título”.