Alejandro Arley Vargas
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El deseo de los 47 menores de edad internados en el Centro Zurquí es dejar atrás un delito.

Para lograrlo deben asistir, sin excepción, a clases.

Cursan la primaria o la secundaria; eso depende del grado que alcanzaron antes de ingresar al Centro.

También participan en programas de crecimiento personal y terapias con profesionales en adicciones y psicología, entre otras.

Tienen acceso a actividades recreativas, talleres artísticos y deportes como el fútbol. En el centro, hay un gimnasio.

“Aquí nos fijamos en la persona, no en el delito. Soy testigo de cómo muchachos sentenciados se dieron cuenta de su valor, de que tienen talentos y pueden salir adelante”, comentó Ada Luz Mora, de Adaptación Social.

“Ellos son inteligentes, creativos, pero tienen que estar ocupados. La disciplina en el centro es vital, y hace mucho tiempo que no se reportan incidentes, situaciones críticas o agresiones”, agregó Mora.