Beijing,China/DPA . Mao Tse Tung, el gran padre de la patria china, dijo en una ocasión que quien no hubiera subido a la Gran Muralla no podía considerarse un hombre.
Bajo la mirada del impresionante monumento, Samuel Sánchez, "Samu", venció ayer su propio techo para convertirse en un ciclista de altura.
La medalla de oro lograda en la prueba de fondo en carretera de los Juegos Olímpicos de Beijing eleva a Sánchez a una categoría que hasta ahora sólo rozaba. No estaba en la segunda fila, como se encargó de matizar tras su victoria, pero sí era un corredor con "menos boletos" para lograr el triunfo.
De hecho, era el hombre en el que nadie pensaba, el menos “relumbroso” de los nombres que componían el equipo español, el ciclista que se comprometió más abiertamente a trabajar en equipo.
El sacrificable en un grupo en el que incluso los dos últimos campeones del Tour de Francia, Carlos Sastre y Alberto Contador, se habían reservado el papel de gregarios.
Alejandro Valverde y Oscar Freire eran las bazas más seguras de España para arrancar con medalla en el primer día de competencias. El primero acababa de ganar la Clásica de San Sebastián, mientras el segundo había sido líder de la regularidad.
A sus 30 años, "Samu" dejó definitivamente el segundo plano, el séptimo puesto en el Tour o el tercero en la Vuelta a España.
Sánchez lloró durante la ceremonia de premiación. En el recuerdo, su madre, fallecida.
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