Mar, churchill y vigorón

¡El Puerto nunca pasa de moda!

El Paseo de los Turistas es un llenazo los fines de semana

A sus 43 años, Gerardo Camacho no conocía el mar. El jueves 17 de enero, caminó por primera vez por una playa... Su cara de felicidad lo delataba.

“Solo lo había visto por tele, pero estar acá es una cosa única”, me dijo este agricultor de Tucurrique, Cartago, mientras departía con su esposa y sus hijos.

Humberto Solano y su hija Jazmín dejaron las playas de Limón para visitar Puntarenas con sus primos Snyder y Dereck; los conocí cuando jugaban con una bola en el mar, sin preocupaciones ni el estrés de la ciudad.

Por el muelle de cruceros, una familia herediana disfrutaba del paseo con el abuelo Jorge, quien se moviliza en silla de ruedas.

Puntarenas se llena todos los fines de semana. Miles de costarricenses inundan el Paseo de los Turistas. ¿Qué tiene el Puerto que nunca pasa de moda?, me pregunto, cuando veo llegar gente de todo el país.

Casi al mediodía de este jueves por mi provincia querida, me detengo donde Mirna Carrillo y Emperatriz Maradiaga, dos vendedoras de vigorón, cuyos puestos de venta son parada obligatoria para quien se jacte de ser porteño de corazón.

Almorzarse un buen vigorón, los domingos, es para Tatiana Guerrero, quien vive en la zona, casi un acto religioso.

Los churchills y las carnitas asadas son otras delicias del Paseo de los Turistas.

Incluso, conocí a un estadounidense que se chupaba los dedos, después de haberse comido un pincho de carnita en el puesto de “Lelo”.

Le pregunté cómo estaba la carne, y me contestó con un “hummmmm...”.

Conforme se recorren estos dos kilómetros de playa se observan mejengueros, gente en bicicleta y muchos enamorados...

“Jamás podré olvidar ese lindo verano”, dice una canción, y eso pasa aquí en el Puerto, donde la gente se sienta a contemplar esa maravilla de la naturaleza que es el atardecer.

Los años pasan y el Paseo de los Turistas sigue vigente, para que usted venga y deje, como lo hice yo, sus huellas en la arena.