Yensy Aguilar
Colaboraron: Rolando Avilés, Róger Amoretty, Mario Cordero, Alfonso Quesada, Gilberth Brenes, Susy Montero y Carlos Rodríguez, Corresponsales.
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“Ser papá te cambia la vida radicalmente, me hace sentir admiración por las mamás solteras, además me hace valorar la vida de una forma diferente, ser una mejor persona y recordar la misión que tengo en la vida, que es sacar a mis hijos adelante”.

Así describe Lázaro Malvarez, jefe de Información de Canal 7, la experiencia de tener a sus gemelos Amelie y Mattias, que acaban de cumplir un año.

Los pequeños son el aliciente para trabajar duro y así darles lo mejor, explica Lázaro, periodista cubano, que sufrió la perdida de su esposa Bettina Sassen, el año anterior.

“El apoyo de la familia y de los amigos ha sido muy importante. Los abuelos de los bebés (Jochem y Birgit Sassen) han sido una pieza fundamental en su crianza, pues les dedican mucho tiempo”, afirmó el comunicador.

La crianza...

“Me levanto a las 7 a.m. Durante las mañanas comparto con ellos, porque entro a trabajar por la tarde y cuando llego a la casa, a eso de las 9 de la noche ya están dormidos”, comentó.

Los bebés viven con Lázaro, en San Antonio de Escazú. Allí, además de sus abuelos, una muchacha se encarga de cuidarlos durante el tiempo en que papá está trabajando.

“Mientras trabajo estoy pendiente de ellos, llamo a los abuelos no menos de tres veces y si hay alguna situación especial, los llamo hasta más. En el canal me brindan mucho apoyo”, dijo.

Malvarez explicó que lo que más le ha costado a la hora de criar a los pequeños es sentirse tranquilo cuando están enfermos.

“Aunque la gente te dice que van a estar bien, no me quedo conforme con esa respuesta. Cuando duermen, me quedo despierto a la par de ellos, hasta saber que van a estar mejor”, comentó.

Los abuelos afirman que el tener cerca a los gemelos es un alivio que los ayuda a sobrellevar la ausencia de su hija.

“Son unos buenos nietos”, aseguró Birgit Sassen.

Jesús María: el “papá completo”

Sus hijas María José, María Jesús y María del Mar lo catalogan como el “padre completo”. Don Jesús María Morales, de 71 años dejó de laborar hace 24 como educador y ahora se dedica a la casa, en Villa Colón de Osa.

“Trabajaba como maestro y además me levantaba en la madrugada para ordeñar vacas, recoger la leche y también prensar en moldes queso. Así le di educación a mis hijas y por eso se hicieron profesionales”, afirmó el orgulloso papá.

“Mi realización son mis hijos”

Marcos González trabaja desde que era un niño y asegura que así ha sacado adelante a su familia.

“Cuando me casé trabajaba como agente de ventas, pero quería crecer y ofrecerle algo mejor a mi familia y por eso me monté un abastecedor, el cual tengo desde hace 15 años”, manifestó.

Hoy, Marcos tiene 61 años y una familia de la que se siente completamente orgulloso. Vive en la urbanización El INVU de Palmares, está casado con María Mayela González y es padre de cinco hijos.

“Mi realización son mis hijos, tengo una excelente relación con ellos y estar a su lado hace que me sienta con más fuerza cada día. Al ver lo buenos que son me siento realmente afortunado”, dijo.

Tiene 73 y está como un roble

Enrique Mata, de 73 años, es un cartaginés dedicado a su esposa Claudia Sanabria y a sus siete hijos, tres mujeres y cuatro hombres a quienes les inculcó respeto y trabajo.

Su hijo mayor, Mario aprendió su oficio de artesano fabricando picos, palas, patas de chancho y trompos de madera en su taller industrial ubicado en barrio El Carmen de Cartago.

“Qué no he hecho yo en la vida con tal de llevar el sustento a mi familia: mascaradas, carruajes para fiestas patronales, volantas y así mantenía a todos mis hijos”, explicó satisfecho.

Marvin se “soca la faja”

La jornada de Marvin Avendaño inicia a las 3 a.m. Él viaja seis kilómetros en su bicicleta para llegar a su lugar de trabajo, la Bananera La Siquirreña, donde corta racimos de banano y los lleva a la planta empacadora.

Marvin tiene 44 años y es padre de dos hijos, Mauricio y David. “En las tardes voy alegre hacia mi casa porque sé que mi esposa Antonia y mis hijos me esperan”, dijo.

Su esposa afirma que “todos los días le preparo un buen desayuno y almuerzo para que se vaya a trabajar. Estoy contenta de tener un esposo tan abnegado y responsable como él”.

Sus hijos comentan que es un papa cariñoso y cuando debe “socarse la faja” lo hace. “Siempre pasa muy pendiente de nosotros”, dijo David.

Mitchell adora a su pequeña

Todos los días, cuando Mitchell Barboza llega de su trabajo en Dole, lo primero que hace es abrazar a su hija Natalia, de tres años. Y es que este vecino de El Triunfo de Los Corales de Limón, explica que su mayor orgullo es su pequeña.

“Adoro a mi niña. Considero que uno como papá debe educar a sus hijos y que la familia debe ser la base de su educación, para que el día de mañana no aprendan ‘mañas’ en la calle”, comentó Barboza.

El limonense aprendió de su familia, que el trabajo es la herramienta para sacar a los seres queridos adelante de una forma decente.

“Afortunadamente a Natalia no le falta nada, porque gracias a mi trabajo como operario hemos obtenido muchas cosas y mi familia es muy sólida. Agradezco a Dios por eso”, recalcó.

Don Ramón tiene 18 herederos

Ramón Elizondo tiene 103 años de edad y aún recuerda cómo cargaba a sus hijos, hace muchos años, para ir a traer agua al otro lado del río.

Don Ramón es vecino de barrio Bastón de Pérez Zeledón. Se casó en tres oportunidades (actualmente vive con Erlinda Ceciliano), tiene 18 hijos, más de 40 nietos, 11 bisnietos y cuatro tataranietos.

“Junto a él sentía mucha seguridad y es que mi papá siempre trabajó para darnos lo mejor a mis 17 hermanos y a mí”, relató Daisy Elizondo, una de sus hijas.

“A mis hijos les enseño a amar a Dios”

“Cuando tengo tiempo libre, me dedico a las labores del hogar y le ayudo a mi esposa, porque sé que hay muchas cosas que hacer en casa”.

Heriberto Ruiz, vecino de Barranca de Puntarenas, afirma que para dar un buen ejemplo a sus hijos es importante que ellos vean que las labores de la casa las debe hacer la mujer y también los hombres.

Heriberto trabaja en Repuestos Gigante. Está casado desde hace 24 años con Lisbeth Vindas y es padre de cuatro hijos.

“Siempre que puedo, le dedico tiempo a mis hijos, para demostrarles lo mucho que los quiero y además para aconsejarlos y escucharlos”, afirmó.

El porteño dice que creer en Dios es fundamental, porque así es como ha logrado educar a sus muchachos y que ellos sean jóvenes de bien. “Les inculco responsabilidad y respeto hacia los demás”, explicó.