Pablo Aguilar
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“No soy una chica normal de mi edad, pienso mucho”, dijo Hannah. “Me he visto obligada a crecer muy deprisa, ¡qué remedio! Por eso sé perfectamente lo que quiero...pasar el resto de mis días en casa, con mi familia”.

Nacida el 7 de julio de 1995, Hannah Jones sorprendió al mundo la semana anterior al informar que renuncia a una operación de trasplante de corazón que le podía salvar la vida.

“No quería pasar por ninguna operación más. Estaba harta de hospitales y quería ir a casa”, expresó la joven el martes pasado al diario inglés Daily Mirror.

Según el periódico español La Vanguardia, Hannah es consciente de que el último capítulo de su vida está cerca. Le quedan seis meses, según los médicos, por eso disfruta de los chats en Internet y sueña con viajar a Disneyworld.

También juega con sus tres hermanos pequeños (Oliver, de 11, Lucy, de 10 y Phoebe, de 4), adora a sus gatos y se entretiene con High School Musical. Le ayuda a ratos a olvidarse de su drama.

La prensa describió la habitación de su casa en Hereford, al oeste de Inglaterra, como la típica de una adolescente. Tiene póster en las paredes, una computadora rosada y una casa de muñecas.

Hannah ha vivido más desde que se le diagnosticó un raro tipo de leucemia en 1999, que muchos adultos en toda la vida. Ella apenas tiene 13 años.

“No es fácil aceptar que voy a morir. No quiero pasar más tiempo en hospitales, me trae malos recuerdos”, declaró la menor a la cadena londinense Sky News.

Su madre le puso “Indy”, en honor a Indiana Jones, por lo activa y aventurera que era.

Quizá por ello la trabajadora de los servicios sociales que –tras entrevistarla durante una hora– determinó que era muy consciente de las implicaciones de su decisión de no someterse a un trasplante, y madura para tomarla.

Durante cuatro meses fue sometida a un tratamiento intenso de quimioterapia, perdió el pelo, toda la piel de las manos, de los pies y de la parte interior de los labios. Poco después empezó a fallarle el corazón. En marzo del 2000, se le permitió regresar del hospital a su casa, pero tenía que estar enchufada a un tubo que la alimentaba por la nariz y a un cilindro de oxígeno que la ayudaba a respirar correctamente.

El año pasado volvió a la escuela, pero se quejaba de dolores en el estómago y de que se cansaba con facilidad, hasta que un día se desmayó en clase.

Fue ingresada al hospital y se comprobó que la cardiomiopatía que padecía se agudizó.

Los doctores le colocaron un aparato conectado a las membranas del corazón para que bombeara sangre, una solución provisional a la espera de un órgano compatible con el suyo.

Pero Hannah dijo que no quiere un corazón nuevo, que sólo quiere ir a casa. A un hogar que identifica con sus momentos de paz y felicidad. A dormir en su cama, a conversar y pelearse con sus padres y hermanos.

Con información de: La Vanguadia, Daily Mirror y Sky News.

Trasplante sería exitoso

Hannah se mantiene sonriente. thesun.co.uk

Varios especialistas españoles coincidieron en que la chica británica debería ser operada.

El oncólogo Mariano Provencio, del hospital Puerta del Hierro de Madrid, declaró al diario Gaceta que los trasplantes de corazón tienen éxito en un porcentaje alto cuando se aplica a afectados por la misma patología que padece Hannah.

Agregó que una niña de 13 años no tiene la madurez suficiente para decidir si debe ser sometida al trasplante, al igual que tampoco para votar o ser encarcelada.

La psico-oncóloga de la Asociación Española de Afectados por Linfomas, Marta Martínez, comentó la importancia de evaluar la historia de los padres para comprobar las decisiones anteriores que han tomado relacionadas con la enfermedad de la niña.