Mauricio Astorga, actor
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México D.F. A veces los pueblos deben pasar pruebas muy duras para mejorar. El terremoto del jueves 8 de enero nos ha puesto ante una de las situaciones más difíciles que hemos tenido que enfrentar como país.
En estos momentos es cuando vale la pena detenerse y pensar en nuestra forma de estar en este mundo. Muchas veces, los seres humanos nos sentimos todopoderosos, nos creemos poco menos que semidioses por tener un buen trabajo o una posición social. Se nos olvida que somos insignificantes ante la fuerza de la naturaleza, una partícula minúscula del Universo.
Olvidamos que somos tan frágiles que en unos segundos se nos escapa la vida y que así como la Tierra nos da, también cuando lo desea nos deja sin nada. Por eso, al final, lo único que realmente nos queda en esta vida es lo que llevamos dentro y el amor que dimos y que nos dieron.
No esperemos para decir “te quiero” y ofrecer una sonrisa, para ser corteses, para ayudar; pero no por esa horrible frase “hoy por ti, mañana por mí”. Ayudar porque queremos hacerlo, porque deseamos un mundo feliz.
El terremoto nos dejó destrucción y tristeza, pero también la oportunidad de mejorar como personas y ciudadanos.
Después de tantos muertos, hay que agradecer que seguimos vivos. La mejor manera de honrar a nuestros difuntos es viviendo cada día con el objetivo de hacer de nuestro país, y de nuestro mundo, un mejor lugar donde vivir.
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