Domingo 18 de enero de 2009, San José, Costa Rica
Nacionales | II domingo del tiempo ordinario
Fueron y se quedaron con él
  • AlDia.cr
    Jesús invita a dos de sus discípulos a seguirle, a quedarse con él en su casa. Internet.

Alvaro Sáenz Zúñiga, Presbítero
redaccion@aldia.co.cr

Este domingo iniciamos el tiempo ordinario, tiempo para profundizar a Jesucristo con serenidad. Si comparáramos el año litúrgico con un río, Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua serían los “rápidos”, las fuertes corrientes, llenas de cascadas y remolinos, de aguas espumantes, y el Tiempo Ordinario serían los estanques, serenos y apacibles, en que navegamos fácilmente.

Ahora bien, este domingo podría tener un título. Podría llamarse “de la misión que brota de la intimidad con Cristo”.

Juan el Bautista termina su tarea señalando entre las gentes al “Cordero de Dios”. Dos de sus discípulos le abandonan para ir tras el nuevo maestro. Al saberse “seguido”, Jesús les pregunta: “¿Qué quieren?”. Ellos, acongojados, exclaman: “Maestro, ¿dónde vives?”. Él les invita a entrar en su intimidad, a quedarse con él en su casa.

La vocación cristiana supone, pues, varios elementos. Empieza por desapegarnos de nuestras presunciones para seguir a Jesús, definitivo portador de la buena noticia. La vocación supone “ir detrás de Jesús”, “querer estar con él”, porque hay algo que se da por descontado: Jesús nos recibirá en su casa y nos atenderá personalmente.

Del íntimo contacto con él, brota el proyecto misionero: “querer salir a anunciar a Jesucristo a los demás”. Andrés se sumerge en ello. No quiere reservarse el tesoro sino compartirlo con su hermano. Simón va a Jesús y experimenta lo propio de la vocación cristiana: es transformado radicalmente. Eso es lo que Cristo genera en quienes llama. Por ello le cambia el nombre, Simón será Pedro.

Un verdadero cristiano es, pues, una persona nueva, que sabe ser hermano del que sufre, hacer presencia de Cristo en el mundo. El creyente hace suyo el dolor de los otros, comportándose como Jesús. Así por ejemplo, sabe ver en las calamidades una oportunidad para servir, para actuar como Cristo. Un cristiano sabe dar, “no de lo que le sobra sino incluso de lo que le hace falta”, porque muchos necesitan de eso que él posee y que recibió de Dios para administrarlo.

Hoy 18 de enero, Cristo, por su Iglesia, nos pide que le demostremos el amor que decimos tenerle ayudando a las familias flageladas por el terremoto. Nuestra donación, unida a la de cientos de miles de fieles, hará posible que nuestros hermanos tengan de nuevo un techo, que recuperen dignidad gracias a la generosidad de los que aseguramos que Cristo nos envió llevar buena noticia a los más necesitados.

Algunos dicen: “Probablemente Dios no existe”. Sepamos responder con paz y una sonrisa. Hagamos visible a Dios, por ejemplo, con nuestro aporte. Sepamos dar. Cuando el creyente hace suya la necesidad del otro, Cristo actúa por su medio.

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