Alejandro Arley Vargas
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Dulcelina Sánchez, de 62 años, venció su temor a los temblores para ayudar esta semana en Varablanca de Heredia.
Ella es parte de un grupo de voluntarios de la comunidad cristiana El Camino, quienes se organizaron para dar alimentación a cientos de personas que trabajaron en labores de rescate de víctimas o reparación de daños ocasionados por el terremoto.
Cocinaron y atendieron a los socorristas y miembros de la prensa, como si fueran sus familiares.
Los voluntarios brindaron tres comidas diarias y organizaron comestibles para los vecinos que perdieron sus casas en San Rafael de Varablanca, provincia de Heredia.
“Le pedimos al pueblo que ayude a los necesitados. También le pido a Dios que no tiemble más”, nos dice Sánchez mientras prepara un desayuno.
Aunque no forma parte de la iglesia, Joan Carazo, de 23 años y vecina de Desamparados, asegura que no podía quedarse en la casa de brazos cruzados mientras en Varablanca se necesitaba mucha colaboración.
“Por dicha no nos ha faltado nada, la gente trae y nosotros cocinamos y servimos”, manifiesta la joven estudiante de la UCR.
Minor Arcia, pastor de la comunidad, cuenta que se organizaron en grupos de 15 personas.
Aunque ya disminuyó el número de cruzrojistas en la zona de Varablanca, los voluntarios se mantienen trabajando y recolectando alimentos. “Seguimos aquí porque todavía queda gente”, añade Carazo.
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