Raúl Mora, vulcanólogo de la UCR
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“Abrí los ojos a las 5 a.m. A las 6 a.m. fui al volcán Poás para reunirme con mi compañero Carlos Ramírez y cuatro investigadores estadounidenses.
“A las 8 a.m., empezamos a bajar al cráter. Llegamos y tomamos muestras de gas y agua de la laguna.
“Casi a las 11 a.m., nos dividimos en dos grupos. A la 1:21 p.m. estaba sentado tomando fotos frente a la laguna. Se vino el terremoto y pensé que era una erupción.
“Salimos corriendo, nos alejamos del lago, pero el terremoto nos botó como si nos hubieran empujado.
“Nos reunimos los dos grupos. Nos dio mucho miedo y comprendimos que había sido un terremoto. Tratamos de salir por donde bajamos en la mañana, pero no paraba de temblar y el camino ya no existía.
“El ruido de los derrumbes y el rodar de las piedras eran impresionantes. Empezamos a caminar por otro lado y sufrí un desgarre, pero, por dicha, ya había salido de la parte más peligrosa.
“Rodeamos el cráter para tratar de llegar a la laguna Botos. Por estar con un problema en la pierna, demoré mucho, y les dije a los demás que se adelantaran.
“Como el cielo estaba despejado, la luz de la luna llena nos ayudó a caminar.
“Fui el último en salir. Llegué arriba a las 6:15 p.m. Me encontré con un guardaparques y nos abrazamos. Aún me siento mal por lo que pasó”.
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