Berlín / EFE. La cara oculta del meta Robert Enke, marcada por reiteradas depresiones clínicas, salió a la luz después de su suicidio, el cual hace que ahora buena parte de su carrera y su biografía sea vista desde otra óptica.

Al parecer, ni en la selección alemana de fútbol ni en su club, el Hannover 96, hubo nadie que intuyera la difícil lucha que libraba Enke, al menos desde el año 2003, contra la depresión.

Por eso, su muerte tomó por sorpresa a casi todo el mundo.

Se sabía que Enke, en 2006, había sufrido un duro golpe tras la muerte de su hija Lara, a los dos años de edad, por un problema cardiaco congénito.

Sin embargo, casi todos pensaban que Enke había superado ese revés y él mismo había dicho que la adopción de otra hija, Leila -que tiene actualmente ocho meses- le había devuelto la alegría de vivir.

Pero antenoche murió, al lanzarse contra un tren regional en un barrio de Hannover.

Enke había estado por primera vez en tratamiento en 2003, después de su paso por el Barcelona y el Fenerbahce de Estambul, que había generado en él un miedo patológico al fracaso.

En el Fenerbahce, tras el primer partido, los aficionados le lanzaron diversos objetos y lo abuchearon. Eso fue determinante para él.

Su médico, Valentin Makser, indicó que tras el primer tratamiento tuvo una recuperación, apoyada en parte por el éxito que tenía en el Hannover 96.

“Pero hace seis meses Robert volvió a mi consultorio. Estaba sufriendo otra vez fases depresivas”.

Luego pareció recuperarse. Pero fue un espejismo.

“Traté de ayudarlo”

Su esposa Teresa dijo que “traté de estar a su lado, al final iba con él a los entrenamientos”.

El portero alemán Robert Enke sufría de depresión, reconoció su viuda, un día después que el jugador saltó frente a un tren.

Teresa Enke señaló que su esposo de 32 años temía que les quitaran a su hija adoptiva, si su enfermedad era de conocimiento público. La hija biológica de la pareja murió en 2006, a los dos años, por un problema cardiaco que padecía desde que nació.

“Traté de ayudarlo”, dijo Teresa Enke, conteniendo las lágrimas. “Era difícil cuando estaba muy depresivo. Creíamos que con amor podríamos lograrlo. Pero no se puede. Mi esposo temía que perdería su deporte y nuestra vida privada, si su enfermedad salía a la luz pública”.