Antonio Alfaro
analfaro@aldia.co.cr

¿Hay alguna razón para pensar que en el Centenario se puede hacer lo que no se logró en el Saprissa?

¿Alguna razón que no sea aquella de la “esperanza es lo último que se pierde”?

Si la hay, cuesta encontrarla.

¿Será aferrarse a lo que dicen de Uruguay, que juega mejor de visita? Difícilmente.

Anoche la “Sele” no jugó mal, pero Uruguay, a puro choque y oficio no la dejó hacer mucho.

No bastó cantar con el alma ese “verás a tu pueblo valiente y viril, la tosca herramienta por arma trocar”. No bastó hacerlo verbo en la cancha a la hora de meter pata, en un partido de entradas fuertes, planchetas, atropellos, choques en cada balón aéreo.

Los ticos no se arrugaron, pero los charrúas dominan mejor el juego de golpear, en duelo de encontronazos permitidos por el árbitro.

¿Acaso dejó olvidadas las tarjetas en España? Con su permiso, Fernández aprovechó para pegar al que tenían que pegar: Bryan Ruiz. Azofeifa quiso aplicar la misma receta, pero con plancheta sobre Pereira le recordó al silbatero que existen las amarillas.

En ese duelo de hachazos salió ganando Uruguay: mantuvo el inicio del juego sin opciones y metió su primer entrevero en el área después de un tiro de esquina.

¡Qué poco duró la presión del público! Qué poco duró la ayuda de una deteriorada gramilla sintética que debía jugarle sucio a los uruguayos. No le resultó fácil, más de una bola les picó mal o se les fue, pero con eso no basta en un repechaje así.

¡Qué poco duró el “Tuma”! Perdonado, convocado, esperado... ¡lesionado!, sus escasos 21 minutos en el campo se suman a su lista de calamidades. Y a las de la “Sele” también.

No bastó que Centeno jugará mejor que en partidos anteriores. Tan solo dejó que desear su tiro libre. Cuando muchos ticos cruzaban los dedos y bajaban los santos para su cobro, el “Paté” le dio un regalito al arquero.

No alcanzó que Bryan Ruiz le demostrara a más de un charrúa su calidad. Los encaró, se enredó en algunas, perdió otras, pero en la mayoría de veces logró desequilibrar.

El goleador del Twente holandés es sin duda nuestro “trapito de dominguear”. Bryan intentó tomar el control, sacar la gambeta, compensar con la jugada individual el hombre de menos que tuvo la “Sele” desde el minuto seis del segundo tiempo, tras la expulsión de Azofeifa.

Irónicamente, se jugó mejor con diez hombres. La “Sele” se acordó de tener la pelota. Aparecieron algunas sociedades, algunos pases de pie a pie, el jugadón Centeno-Saborío-Centeno, rematado con fuerza por el “Paté” pero directo al guardameta.

Uruguay, con tanta ventaja (un gol de visita y un hombre de más) parecía limitarse a cuidar la ventaja a cómo diera.

Bien plantados atrás, los uruguayos se encargaron de minarle las fuerzas a un Saborío que chocacaba contra dos, a una Costa Rica que pegaba contra un muro.

Escasearon las ocasiones. Incluso los temidos Forlán y Suárez tampoco difrutaron de muchas. El atacante bajó al medio a ganar pelotas y defender. Hasta él se alejó del marcó de Navas para dejar a Costa Rica con esperanza vana.