Neyssa Calvo Achoy
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Nació en pleno “Chepe” y cinco mujeres moldearon al hombre que vemos con esa mirada pícara en las tablas y la pantalla chica.

Desde chiquitillo el actor y presentador de televisión de Canal 7, Giovanni Linares, era inquieto y le encantaba hacer fechorías a su paso.

Era de los que andaba subido en los palos de los árboles, chapoteando en el río, corriendo en los potreros y besando el suelo tras mil caídas, aseguró entre risas.

Ya en el Liceo de Costa Rica, donde sacó su bachillerato, la cosa no cambió mucho porque siguió siendo un molestón como él mismo afirma.

“En el colegio, el más malo era el mejor, por eso había que tirarse a fondo. Todos los días era una experiencia nueva”, comentó el actor que confesó que tuvo que recurrir a su simpatía para evitar quedarse varias veces en conducta.

Su mamá lo trajo al mundo en el Hospital San Juan de Dios, siendo aún una adolescente, hace 37 años y obligada por sus padres a dejar las tierras de San Carlos tras quedar embarazada. Fueron años difíciles, pero desde el vientre Giovanni aprendió a ser fuerte y que para salir adelante hay que luchar con las uñas.

Creció en San Miguel Higuito de Desamparados, en la casa de sus abuelos maternos, al aire libre y pateando bola todo el día. Así es, Linares además de ser un apasionado de la actuación se la juega en la cancha como volante creativo. Sin embargo, confiesa que su indisciplina lo alejó del fútbol.

En casa, siempre estuvo rodeado de mujeres: su abuela, su mamá, dos tías y su única hermana. Juntas lo impulsaron a estudiar, a valorar y respetar a la familia, a ser independiente y a no aflojar hasta alcanzar la meta.

Sus enseñanzas calaron en él y la vida lo enfrentó a su primera prueba de fuego cuando a los 21 años Linares tuvo que decidir entre una beca para estudiar en Cuba o asumir su responsabilidad como padre.

Se inclinó por la paternidad y ver brillar los ojos de su primogénita Valeria, de 16 años. Y más tarde los de su hijo Sebastián de 11 años.

En ellos ve también la semilla artística que innegablemente llevan en las venas.

Ambos tienen un poco de su padre. Valeria, por ejemplo es muy creativa y su hermano tiene la gracia y el positivismo de su progenitor.

La pasión por las tablas llega a la vida del presentador por el amor, pues fue gracias a una novia que le regaló un curso de actuación en el Teatro del Ángel a cargo de “Lucho” Barahona, en 1992.

A los cuatro meses lo llamaron para hacer su primera obra “El chispero” donde hacía el papel de un borracho.

“Lo hice terriblemente mal, pero aún conservo el programa que dieron el día del estreno como un tesoro”, confiesa.

Curiosamente, nunca pensó que era bueno sobre las tablas y hasta llegó a dudar si tenía vocación. Sin embargo, fue el tiempo quien le dio la seguridad para darse cuenta que estaba nadando en su charco.

Brincó de un teatro al otro y mientras tanto siguió la carrera de relaciones internacionales.

Llega a la pantalla chica en el 2000 cuando le ofrecen trabajar en los programas de “Aula 6” y en “A todo dar”, de Repretel.

Tres años después los ticos empiezan a ver su talento en el campo del humor en el programa “En Vivo” y “El Chinamo” de canal 7. Y más recientemente en “7 Estrellas” donde hace las veces de presentador, realiza reportajes con humor y tiene a su cargo la sección “Estrellados”. En este último segmento se da gustos poniendo en evidencia los conocimientos de los ticos de la farándula, del deporte y la política.

Desde hace un mes está participando de lleno con el grupo de comediantes del programa “El manicomio de la risa” de Radio Omega”, durante las mañanas.

Sin duda alguna el mayor deleite de Linares es reír y más aún provocar la risa en otros. Tan sólo hace unas semanas se dio cuenta de la felicidad que provocó en una mujer días antes de fallecer cuando lo vio actuar. El hijo de ella estrechó su mano y Linares sintió que su vida tiene sentido.