Antonio Alfaro
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Es la prueba casi científica de que Dios no se mete en el fútbol.
Si no, cómo explicarse que uno de los pocos brasileños que llegan al estrellato, sin hacerse fama de fiesteros o indisciplinados, tenga tan mala fortuna justo en su llegada al Real.
Adriano no se lesiona en sus pachangas y trasnochadas, pero Kaká, cristiano confeso, jugador ordenado dentro y fuera del campo, talentoso, solo jugó siete partido completos en la pasada temporada.
Desilusionante.Una lesión de meniscos, a sus 28 años, no le echará a perder la carrera, pero en casos como el suyo, quisiera a Dios en el fútbol.
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