Moscú, Rusia/EFE y AP.- Rusia recordó el jueves a dos héroes nacionales: las perras callejeras Belka y Strelka que hace 50 años hicieron que la entonces Unión Soviética se colocara a la delantera de la carrera espacial, cuando se convirtieron en las primeras criaturas vivientes que circundaron la Tierra y volvieron con vida.
La misión del 19 de agosto de 1960, a bordo del cohete Sputnik-5, fue un paso clave en los preparativos para el vuelo de Yuri Gagarin, que el 12 de abril de 1961 fue el primer ser humano en el espacio.
La tarea de Belka y Strelka era probar la nave que llevó a Gagarin al espacio y lo consiguieron ya que, tras dar 17 vueltas alrededor de nuestro planeta, retornaron al día siguiente a la Tierra.
“Aún hoy en día, no sé si yo soy el 'primer hombre' o 'el último perro' en volar al espacio”, comentó en broma Yuri Gagarin, el primer cosmonauta de la historia, poco después de dar la vuelta a la Tierra el 12 de abril de 1961.
Los dos animales –ataviados con trajes espaciales – fueron los sucesores de Laika, la primera perra que circundó la Tierra en una cápsula no retornable pero que murió de hipertermia poco después del lanzamiento el 3 de noviembre de 1957.
Para 1960 los ingenieros soviéticos contaban con la experiencia necesaria como para diseñar una cápsula retornable capaz de poner en órbita a un ser humano, pero necesitaban probar primero con animales.
Muchos perros murieron durante las pruebas, incluso Bars y Lisichka –lanzados tres semanas antes de Belka y Strelka – que fallecieron cuando su cohete estalló tras el lanzamiento.
Felices de la vida
Durante la misión, las imágenes de la televisión soviética mostraron cómo Belka (Blanquita) y Strelka (Flechita) flotaban felices de la vida y ladraban en el interior de la pequeña nave espacial.
Las perras, que viajaron junto a 40 ratones, dos ratas, plantas, hongos y moscas, fueron presentadas a su regreso en una rueda de prensa en la agencia oficial de noticias TASS. Desde ese momento, Belka y Strelka se convirtieron en celebridades en la antigua Unión Soviética y en el resto del mundo. Como premio, las perras no volvieron a tomar parte en más experimentos y disfrutaron de un tranquilo retiro, sólo interrumpido por visitas a escuelas.
Con el tiempo, Strelka tuvo seis cachorros, uno de los cuales, Pushinka, fue enviado por el líder soviético Nikita Jruschov a Carolina, la hija del presidente estadounidense John F. Kennedy.
El objetivo
A bordo del en el Sputnik-5, el vuelo de las perras, que recientemente protagonizaron una película de dibujos animados en 3D, sirvió para probar el funcionamiento de los equipos con vistas al vuelo de Gagarin, que ocurriría menos de un año después.
La nave de 4,6 toneladas fue un prototipo del Vostok-1 que más tarde usaría el primer astronauta de la historia.
Ambas perras superaron los mismos exámenes y pruebas de resistencia física a los que luego se someterían los cosmonautas. Para el viaje, los entrenaron para que se acostumbraran a vivir en un espacio cerrado durante largo tiempo y ya en el espacio, comían a través de dispensadores.
Los científicos eligieron hembras por su mejor sistema inmunológico, por el hecho de que se sentían más cómodas dentro del traje espacial y también porque eran más fotogénicas.
Cuando regresaron a la Tierra, Belka y Strelka fueron portada de numerosas revistas y publicaciones, aunque nunca superaron la fama de Laika, cuyo nombre ha sido citado desde entonces en libros de historia, numerosas novelas y canciones.
En total, la Unión Soviética realizó 29 vuelos espaciales con perros, entre julio de 1951 y setiembre de 1962, de los que ocho acabaron trágicamente, mientras los 21 restantes regresaron en paracaídas con máscaras de respiración y trajes espaciales.
Recientemente, y para la tranquilidad de muchos canes del país, los científicos rusos descartaron usar perros y otros animales de gran tamaño, como los monos, para experimentos científicos en el espacio.
Laika fue la primera
Tres años antes de la hazaña de Belka y Strelka, la también perra callejera Laika se convirtió en el primer ser vivo en volar al espacio, el 3 de noviembre de 1957, aunque murió a bordo del Sputnik-2.
Laika, de 10 años, fue el último perro en usar una nave sin sistema de retorno. Al igual que sus antecesoras a Belka y Strelka las seleccionaron entre centenares de canes porque cumplían con los requisitos físicos –menos de 6 kilos y 35 centímetros de altura –, pero también por su resistencia y sociabilidad.
Los científicos soviéticos consideraban que un perro callejero acostumbrado a luchar por sobrevivir, soportaría mejor los entrenamientos que un perro de raza.
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